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La historia de un problema

Ramón Lobo

Como Slobodan Milosevic, el ex presidente de Liberia Charles Taylor logró destruir su país en poco tiempo, extender la guerra a sus vecinos y convertirse en un problema para todos. Como el jefe tribal de los nacionalistas serbios, Taylor fue capturado por la justicia internacional cuando dejó el poder, acusado de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio, y enviado a La Haya. De 58 años, amante del tenis, de la buena vida, los vestidos llamativos, las mujeres y el dinero ajeno, Taylor es un producto de los campamentos de adiestramiento revolucionario del presidente libio, Muammar el Gaddafi. Allí conoció a mediados de los años ochenta al fotógrafo sierraleonense Foday Sankoh, a quien ayudó a crear una de las guerrillas más sanguinarias del continente. El control de las minas de diamantes de Kono (Sierra Leona) financió ambas guerras y le permitió amasar una gran fortuna.

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Taylor ganó su primer millón de dólares en 1983, cuando se aprovechó de su puesto de director de la Agencia General de Servicios del Gobierno de Samuel Doe para robarlo. Perseguido por la justicia patria, huyó a EE UU, donde fue encarcelado. Tras escapar de una prisión en Massachusetts y reeducarse con Gaddafi, reapareció en 1989 en Costa de Marfil al frente del Frente Patriótico Nacional de Liberia, una guerrilla que pronto controló gran parte del país. Los liberianos dividen el conflicto que duró 14 años en tres partes, que llaman guerras mundiales porque en ellas participaron todas las tribus.

En la primera guerra mundial, el lugarteniente de Taylor, Prince Johnson, rebanó las orejas y torturó salvajemente al presidente Doe mientras lo filmaba. En la segunda, Taylor ganó la partida a Johnson, rescatado por los estadounidenses de las calles de Monrovia. Elegido presidente en las urnas, Taylor gobernó Liberia desde 1997 hasta agosto de 2003. Su salida negociada del poder, con dos guerrillas en las puertas de la capital, y en la que intervino EE UU (fundador en el XIX de Liberia con libertos), le llevó a un exilio dorado en Nigeria. Éste es ahora historia. Y Taylor parece que también.

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