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El Thyssen exhibe la brillante colección del mexicano Pérez Simón

Van Gogh, Monet, Gauguin y Goya, entre los artistas expuestos

Elsa Fernández-Santos

La colección Pérez Simón, formada por más de mil obras de arte, es una de las más importantes de América Latina. Desde hoy y hasta el 10 de septiembre el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid expone 57 obras maestras de la colección, que por primera vez viaja como tal fuera de México. Desde el renacimiento alemán, representado por la bellísima La caridad, de Cranach, al Retrato de doña María Teresa de Vallabriga y Rozas, de Goya, la colección incluye brillantes ejemplos de las escuelas italiana, flamenca, francesa y británica.

Juan Antonio Pérez Simón nació en Asturias en 1941. Nacionalizado mexicano, según su currículo, se hizo contador público por la Universidad Nacional Autónoma. Ayer, acompañado de los Príncipes de Asturias y de la baronesa Carmen Thyssen, presentó en Madrid 57 joyas de su colección privada, conocida como JAPS. Pérez Simón, que dejará su importante colección en un museo que se construye en Ciudad de México, había prestado muchas de sus obras para exposiciones colectivas pero hasta ahora no había presentado su colección como tal.

De Cranach a Monet. Obras maestras de la colección Pérez Simón es, según su comisaria, Roxana Velásquez, conservadora de la colección, un ejemplo del "rigor estético, la singular personalidad y el gusto" de su propietario y de su interés por la belleza femenina, por la naturaleza y por las escenas cotidianas que muestran los placeres de una vida efímera.

Pérez Simón empezó a comprar arte en los años setenta. En los noventa, cuando Velásquez empezó a trabajar con él, aumentó notablemente su colección. "Recuerdo que el primer cuadro que adquirió en aquella época fue un maravilloso Sorolla, una imagen de barcas", recuerda la comisaria y conservadora.

En el texto del catálogo editado para la exposición, Pérez Simón escribe: "Desde mi primera juventud experimenté una verdadera fascinación al evocar, a través de escenas pintadas por Lhermitte, Millet, Corot o Sorolla la geografía asturiana, caracterizada por la impresionante variedad de verdes de sus valles, bosques y montañas, humedecidos por la pertinaz lluvia, el mar apacible o la furia de las olas [...]". Pérez Simón añade entonces que la suya es una pasión "serenada, como la de los amores maduros, contemplativa, nacida de la sensualidad".

La lista de pintores europeos que contiene la colección es pasmosa y recorre cada gran época. Según la comisaria de la exposición, "de este vasto y complejo universo hemos seleccionado para la presente exposición una síntesis de los movimientos artísticos de los siglos XIV y XIX. Las obras más antiguas incluidas en la muestra son las Madonnas de Spinello Aretino y Benvenuto di Giovanni, producidas a final del siglo XIV".

La historia de esta colección y la del barón Thyssen-Bornemisza tiene, según recordó ayer el conservador jefe del Museo Thyssen, Guillermo Solana, afinidades y puntos en común. Les une el deseo de sus creadores de mostrar sus fondos al público guiados por el convencimiento de que "el arte debe ser compartido". Además, sus fondos -de carácter internacional- tienen un papel complementario en el ámbito cultural de sus respectivos países, con artistas y movimientos destacados de la Historia del Arte ausentes en otras instituciones.

De las 57 obras expuestas en Madrid, Solana destacó, entre otras, la Virgen con el Niño bendiciendo, de Rubens, y el "magnífico" Retrato de María Teresa de Vallabriga y Rozas, de Goya, "que se encuentra a la altura de retratos que se conservan en el Prado", dijo. Además, la selección incluye obras de Canaletto, Gauguin, Van Gogh, Cézanne, Pisarro o Renoir.

De todos, quizá uno de los conjuntos más atractivos es el que está formado por las dos salas dedicadas a la escuela de artistas victorianos ingleses, de las que apenas existe obra en España y que incluye La Venus Verticordia, de Dante Gabriel Rossetti; La bola de cristal, de John William Waterhouse; La primavera, de James Jacques Tissot; Las rosas de Heliogábalo o El paraíso terrenal, de Lawrence Alma-Tadema. "En muy escasas ocasiones Tadema pintó temas históricos concretos o representó a personajes mitológicos, y cuando lo hizo -como en Las rosas de Heliogábalo- los resultados se asemejan a las espectaculares reconstrucciones que en el cine llevó a cabo Cecil B. De Mille", escribe Christopher Newall en uno de los textos que incluye el catálogo.

<i>La segunda cosecha,</i> de Julién Dupré (izquierda), y <i>Belleza romana,</i> de William-Adolphe Bouguereau.
La segunda cosecha, de Julién Dupré (izquierda), y Belleza romana, de William-Adolphe Bouguereau.BERNARDO PÉREZ
<i>Las rosas de Heliogábalo,</i> de Lawrence Alma-Tadema.
Las rosas de Heliogábalo, de Lawrence Alma-Tadema.B. P
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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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