Democracia y relativismo
En relación con las palabras atribuidas al señor Rouco Varela, cardenal arzobispo de Madrid (EL PAÍS, 17 de junio), me permito formular las siguientes observaciones:
1. Situar una supuesta postergación de la división de poderes, sumada a la "dictadura" del laicismo y el relativismo, como causas del fracaso histórico de las democracias y el ascenso del nazismo, difícilmente soporta una confrontación con los hechos históricos.
2. Resulta especialmente llamativo que (a tenor del resumen de sus palabras en el citado artículo), en el análisis de las causas del ascenso de las formas autoritarias de poder en la primera mitad del pasado siglo, no conceda ninguna atención no digo ya al dogmatismo integrista de su propia religión (soporte ideológico, en todo caso, de la tradición absolutista dominante a lo largo de tantos siglos), sino a la connivencia práctica de las jerarquías católicas tanto con el régimen de Mussolini como con el de Hitler, según han demostrado tantos historiadores; por no hablar, naturalmente, del papel tan activo jugado por esa jerarquía, primero en la instigación del levantamiento militar y luego en el soporte ideológico de la dictadura franquista (¿o quizá debemos suponer que para el señor Rouco el régimen de Franco fue ejemplo de democracia y perfecta separación de poderes?).
3. Parece caer el señor Rouco en la idea de que laicismo y relativismo ético son todo uno. Respecto de esto, lo único que cabe hacer es recomendarle que lea con atención las obras más significativas, tanto de los defensores del laicismo, como de tantos filósofos que han venido probando que es posible fundar una filosofía moral de pretensiones universalistas sin necesidad de recurrir a ningún principio teocrático.
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