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OTRA MIRADA
Columna
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Termómetro o ascensor

Juan Cruz

Han metido en el debate del Mundial la palabra Patria como cuando meten en el debate nacional la palabra Rota, de Ruptura. Son así, alevosos; cuando menos te lo esperas, saltan con la Patria. Como si fuera suya. A Fernando Arrabal lo metió el franquismo en un buen lío porque puso la palabra Patria en una dedicatoria. La Patria era de ellos; Arrabal, quieto. El escritor melillense, que se ha pasado la vida buscando padre y patria, precisamente, explicó que lo que había escrito no había sido Patria, sino Patra, y añadió en su defensa que ése era el nombre de su gata.

Patria es una palabra peligrosa, está rodeada de alambradas y de banderas y los que creen estar dentro se sienten sus propietarios; cuando ya creen que la tienen, electrifican las alambradas para que no se acerquen otros. Por eso da tanto calambre ahora la palabra Patria aplicada al fútbol. Pues esta noche volveremos a ser patriotas todos aquéllos a los que nos den ganas de serlo. Octavio Paz decía que la patria es la lengua; ¿y por qué no va a serlo la selección española? El fútbol es también una patria, como la lengua, como las lenguas.

Esta noche volveremos a ser patriotas todos aquellos a los que nos den ganas de serlo

Borges prevenía contra las banderas y pidió que lo enterraran donde se fundó la Sociedad de Naciones. Pablo Neruda, tan patriota, tenía un verso que ponía en guardia ante los excesos de la palabra Patria: "Patria, palabra triste, como termómetro o ascensor". Hablar de lo obvio conduce a la melancolía y el fútbol, a veces, lo ensombrecen con argumentos obvios. En lugar de hablar de la palabra Patria podrían haber hablado del entusiasmo, que es lo que genera el fútbol cuando se juega bien, y eso es lo que hizo el último miércoles el equipo español.

El fútbol, como la felicidad, es decir, como el entusiasmo, dura un espacio muy limitado de tiempo, casi un instante, y en esa concentración se producen todos los altibajos de la vida. Gilardino, el excelente cabeceador italiano, tocó el violín el sábado, después de obtener su gol, pero luego era el rostro más triste de la noche mientras su selección se estrellaba contra Keller. Estados Unidos, tan patriótico, llenó de banderas el campo, y no era para la guerra, sino para el fútbol.

En España fue el fútbol un arma arrojadiza de los patriotas; ahora la selección es de todos, es decir, de aquéllos que queremos que gane, y no tan sólo por patriotismo, sino por que juegue bien. Decía Nicolás Estévanez, un poeta y político canario del siglo XIX: "Mi patria no es el mundo,/ mi patria no es Europa,/ mi patria es de un almendro/ la dulce, fresca, inolvidable sombra". Ojalá hoy nos vayamos a la cama con la dulce, fresca, inolvidable victoria del equipo español. Dejen respirar a la palabra Patria.

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