España sextuplica su mano de obra extranjera
Un estudio de la OCDE subraya que el 42% de los inmigrantes ocupan empleos que no son acordes con su formación
España ostenta varios récords mundiales en materia de inmigración. El más llamativo es que en una década (1994-2004) ha aumentado un 541% el empleo desempeñado por extranjeros. Este y otros datos sobre la magnitud de la inmigración en España, comparada con los demás países desarrollados, quedan puestos de relieve en el estudio Perspectivas de las migraciones internacionales que la OCDE acaba de publicar en París.
Hay más jóvenes españoles en paro que extranjeros. Los inmigrantes retrasan más la edad de jubilación
El informe compara en varias tablas estadísticas el fenómeno migratorio en los países de la OCDE. Saca así a la luz algunos datos llamativos sobre España. De los 30 países miembros de la organización fue, en 2004, el que más inmigrantes recibió (645.000) después de Estados Unidos casi siete veces más poblado que España.
Ese año fue también el segundo país desarrollado, después de Eslovaquia, en el que, con relación a 2003, en mayor proporción (50%) aumentó el número de inmigrantes. En Eslovaquia, sin embargo, la población extranjera sigue siendo muy reducida. Más llamativo aún: España ostenta el récord mundial de incremento del empleo desempeñado por extranjeros. Entre 1994 y 2004 creció un 541,6% o se sextuplicó. Italia ocupa un segundo lugar (322%), lejos del primero.
Otro dato sorprendente, compartido con algunos países del sur de Europa y con Austria, es que la tasa de actividad de los inmigrantes rebasa en España a la de los autóctonos. Inversamente hay más jóvenes españoles (de 15 a 24 años) en paro que extranjeros. El paro de larga duración afecta menos a los inmigrantes que a los españoles. Hay, por último, más extranjeros que españoles que han rebasado los 55 años y que continuan trabajando.
Llegadas recientes
Pese a todo, en 2004 España sólo figuraba en el décimo puesto de la OCDE por porcentaje de extranjeros (11,2%) sobre el total de la población activa porque, a diferencia de Francia o de Alemania, la inmigración ha sido masiva pero muy reciente. Aun así España ya supera al Reino Unido y a los Países Bajos. La inmigración en España tiene también un lado negativo. Es el país en el que hay más extranjeros desclasificados. Un 42% no ocupan empleos acordes con su nivel de educación. Aunque en menor medida (25%), también los españoles son subvalorados a la hora de ser contratados.
"Los inmigrantes del Cono Sur y los centroeuropeos suelen tener formación pero por varios motivos -uno de ellos la barrera de la lengua para los europeos- no se les saca todo el partido", señala Jean-Christophe Dumont, uno de los tres autores del informe.
Otro triste récord español en la OCDE es el de la precariedad del empleo. Casi el 45% de los inmigrantes desempeñan trabajos eventuales, un porcentaje que también es elevado, pero menos, entre la población autóctona.
El reparto de la inmigración por sectores de actividad en España es bastante distinto del resto de la OCDE. La construcción absorbe nada menos que el 16,3% de la mano de obra extranjera, seguida por la industria manufacturera (13,6%) y el servicio doméstico (12,2%). En este área, y en la agricultura, España y Grecia se sitúan a la cabeza por la proporción de extranjeros que emplean.
"La aparición de un servicio doméstico relativamente barato está permitiendo a las mujeres formadas incorporarse al mercado de trabajo", resalta Dumont. "Este y otros ejemplos ponen de relieve la complementaridad entre la mano de obra extranjera y la autóctona".
"Los trabajadores extranjeros", señala el informe, "muestran [en España] una fuerte especialización sectorial en función de sus orígenes: los africanos se dedican a la agricultura, los europeos a la industria y los latinoamericanos a la construcción y a los servicios". La hostelería requiere un cierto conocimiento del idioma del país, de ahí la presencia de los latinos.
Aunque no se atreve a hacer una estimación, Dumont no tiene dudas de que, especialmente en el caso de España, la inmigración ha impulsado el PIB. "Es un país con una fecundidad de las más bajas en el que el desembarco de extranjeros ha sido un dinamizador económico", asegura.
Otro tanto sucede en varios países desarrollados y algunos, como el Reino Unido, lo han medido mediante estudios: el 16% del crecimiento es achacable a la inmigración. El impacto sobre la renta per cápita es más discutible, pero en ese país lo evaluan en un 0,15%.
Dumont rechaza tajantemente que los extranjeros compitan con los autóctonos en el mercado de trabajo -insiste en que son complementarios- y resalta que la inmigración flexibiliza el mercado laboral e incrementa la movilidad de la mano de obra en países como España donde es reacia a trasladarse de ciudad.
¿Todo son ventajas? No. A corto plazo puede reducir el sueldo medio, pero de forma casi despreciable y la tendencia se invierte a medio y largo plazo.
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