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La Universitat de València gastará cinco millones de euros en obras para mejorar la accesibilidad

Unos 500 estudiantes, cerca del 1% del alumnado, padece algún tipo de discapacidad

Ignacio Zafra

La Universitat de València invertirá cinco millones de euros en tres años para remover los obstáculos que dificultan el uso de las instalaciones a los estudiantes discapacitados, afirmó ayer el vicerrector de Infraestructuras, Aurelio Beltrán. El anuncio coincidió con la presentación de un informe externo sobre accesibilidad física que ha analizado los 65 edificios de la universidad. El estudio señala entre los objetivos prioritarios la sede del rectorado, la escuela de Enfermería y la biblioteca de ciencias. Cerca de 500 estudiantes, el 1% del alumnado, padecen algún tipo de discapacidad.

El número es significativo si se tiene en cuenta que en el curso 2004-2005 la delegación para la integración de alumnos con discapacidad contabilizaba 330. Lo que ya entonces situaba a la universidad como la primera de España en número de discapacitados, solo por detrás de la UNED, que no es presencial, según los datos de la delegación. Una tercera parte de ellos padece alguna clase de discapacidad motriz, y se concentran en las carreras de Ciencias Sociales y de Humanidades.

El estudio presentado ayer, realizado por el despacho Fonollà Arquitectura ha examinado todos los edificios de la Universitat. La conclusión es que el campus más accesible es el de Tarongers, que es también el más moderno. Así y todo, el arquitecto Santiago Piá recomendó intervenciones menores en los aularios Norte y Sur y en el edificio departamental occidental, ocupados por las facultades de Economía, Derecho y Ciencias Sociales.

Más problemas presenta el campus de Burjassot. El informe considera necesario actuar en este espacio sobre el aulario interfacultativo, la vecina facultad de Farmacia y la gran biblioteca de ciencias.

La preocupación por la accesibilidad es relativamente reciente. De ahí que los edificios que requieren una actuación más urgente sean los clásicos, empezando por el edificio del rectorado, en la avenida de Blasco Ibáñez, y siguiendo por la escuela de Enfermería y Podología, ubicada al lado. En el mismo campus presentan deficiencias la facultad de Medicina -actualmente en obras- y el Aulario III, un caso particular porque en él se encuentran las sedes del servicio de asesoría y dinamización de los estudiantes (Cade) y el de información (Dise). El arquitecto destacó también la situación del Jardí Botànic, que requiere una intervención prioritaria y que además es visitado habitualmente por público extra universitario.

La Universitat de València lleva años trabajando para eliminar las barreras físicas en sus instalaciones. Un esfuerzo que coordina Francisco Alcantud, jefe de la delegación. Alcantud recordó ayer que son necesarias otras acciones. Una tan sencilla como la de que los profesores hablen de cara hacia el aula, y no hacia la pizarra, resulta vital para los estudiantes con problemas auditivos. El delegado del rector se refirió también a la necesidad de reforzar la web, que el portal Discapnet la consideró en febrero la más accesible de las universidades españolas.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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