Fantasmas de escritor

La historia de un escritor en busca de la soledad creativa, en un lugar apartado y descubridor no sólo de sus propios fantasmas sino también de los espectros del pasado reciente del paraje, remite directamente a El resplandor, de Stephen King-Stanley Kubrick. Con unos mimbres semejantes, Craig Rosenberg ha rodado en los acantilados de Gales En la tiniebla, terror sin efectos especiales, elegante y no demasiado tramposo, que resiste bastante bien el suspense durante sus dos primeros tercios, pero que se tambalea a la hora de la resolución de los conflictos.

La larga escena inicial, bien rodada, mejor montada y sin necesidad de la ayuda de una música que remarque la tensión, pone las cartas sobre la mesa y avisa de las intenciones de un producto que huye de la sangre y de la truculencia formal. Es sin embargo en la parte final, después de un consistente aunque en ningún caso demoledor núcleo central, cuando la historia se resquebraja. Da la impresión de que Rosenberg duda entre quedarse con la explicación sobrenatural o acudir al esclarecimiento más racional. Y en ese momento su decisión, quizá un tanto cobarde y poco convincente, provoca que buena parte de lo narrado pierda credibilidad, efectividad y cordura dentro de su fantasía.