"El único criterio que vamos a aplicar es la excelencia, no la nacionalidad"
E uropa no necesita reinventar la rueda para recuperar el protagonismo y el liderazgo en ciencia y tecnología. Lo único que debe hacer es implementar un sistema "simple, fácil, flexible y obvio". Ésta es la receta que defiende Fotis Kafatos, presidente del recién creado Consejo Europeo de Investigación (ERC), para que los investigadores de más talento, aquellos que son capaces de aportar ideas visionarias o que marquen un antes y un después, lo hagan en Europa y no en EE UU o en Japón. El primer paso, asegura, es reclutar a esos cerebros para las instituciones científicas europeas. El segundo, tal vez el más difícil, es retenerlos. Ahí, añade, es donde deben intervenir los gobiernos para que las oportunidades que vayan surgiendo no se malogren. Kafatos, biólogo molecular griego, ha estado en Barcelona invitado por ICREA, la institución catalana que ha puesto en marcha un programa específico para la contratación de investigadores de calidad contrastada.
"España, como otros países, ha exportado durante años su talento. ¿En qué situación estaría ahora si hubiera sido capaz de retenerlo?"
"A lo largo de los siete años que va a durar el programa que estamos ultimando, el presupuesto supera los 1.000 millones de euros por año"
Pregunta. ¿En qué situación se encuentra ahora ERC?
Respuesta. Nuestra misión es apoyar la mejor ciencia posible en la frontera del conocimiento y en todas las áreas del saber. El único criterio que vamos a aplicar es la excelencia y que sea ciencia que se desarrolle en Europa mediante convocatorias de carácter competitivo. No habrá ningún criterio de nacionalidad. Cualquiera que trabaje o quiera trasladarse a Europa podrá optar a las ayudas del ERC. Lo que queremos es reclutar a los mejores investigadores para que trabajen en las instituciones europeas.
P. ¿Eso significa diseñar convocatorias atractivas para que los mejores investigadores se sientan atraídos?
R. El presupuesto del que dispone ERC es relevante, lo suficiente para establecer la diferencia. De media, a lo largo de los siete años que va a durar el programa que estamos ultimando, el presupuesto supera los mil millones de euros por año. Somos conscientes de que el éxito del programa va a depender de nuestra habilidad para seleccionar los mejores proyectos y los mejores investigadores. Esperamos lanzar la primera convocatoria en noviembre.
P. ¿No teme que vaya a haber duplicidades con otros programas europeos?
R. Nuestro reto es demostrar el valor añadido que puede tener para el futuro de Europa invertir en iniciativas de este tipo. El dinero con el que contamos es un buen principio y, además, nos hemos dotado de una estructura dinámica y flexible. Por otra parte, pretendemos que nuestras iniciativas se complementen con las de los Programas Marco, puesto que unos parten de una ciencia que bebe de principios básicos pero con una clara orientación a aplicaciones, mientras que nosotros vamos a invertir en la excelencia individual.
P. Hoy por hoy, sin embargo, parece que se está lejos de este planteamiento ideal.
R. Ahora mismo tenemos científicos excelentes trabajando en instituciones excelentes. Pero, en conjunto, no somos tan competitivos como deberíamos ser. Antaño, Europa fue una potencia científica, lo cual se tradujo en beneficios económicos. Hoy, en cambio, hemos perdido parte del tren del primer nivel de competitividad, la generación de conocimiento. Tenemos una oportunidad real para establecer un sistema que sea más atractivo que el actual.
P. Como teoría suena bien. Pero la realidad es la que es.
R. En algunos países como España, Italia o Grecia, o los que acaban de ingresar en la UE, hay mucho talento pero no un sistema de ciencia y tecnología fuerte. A todos estos países les va a beneficiar este tipo de competitividad. Por ejemplo, para identificar sus fortalezas y obtener recursos significativos para sus investigadores. Es una oportunidad para construir sistemas de ciencia y tecnología.
P. Tal vez, pero eso va a depender de decisiones políticas.
R. El motor real para la transferencia de tecnología y el desarrollo reside en la creación de conocimiento, es el paso fundamental. Sin él Europa no puede ser competitiva. La única forma que existe para que ese conocimiento se genere es dando oportunidades a los investigadores más creativos. Ésa es nuestra misión.
P. No me contesta.
R. Está claro que no basta con unas convocatorias de investigación correctamente dotadas. Tanto a nivel europeo como desde el Gobierno de cada país hay que garantizar que sus sistemas sean capaces de facilitar la creación de conocimiento.
P. ¿Cuáles serían las grandes recomendaciones para mejorar el sistema europeo?
R. No hay ninguna fórmula secreta, basta con que cada euro disponible se invierta en la excelencia y, al mismo tiempo, se base en ella. Lo que cuenta de verdad son las ideas que están en la frontera del conocimiento, los descubrimientos que marcan un antes y un después. El sistema tiene que preocuparse por educar a investigadores que se atrevan a mover el mundo. Si nos centramos en esta visión y conseguimos tener científicos de talento capaces de hacer grandes descubrimientos, el resto vendrá solo.
P. Habrá que pensar, no obstante, en las herramientas que lo hagan posible.
R. Una de las primeras convocatorias que vamos a lanzar está destinada a corregir uno de los grandes agujeros del sistema europeo: la falta de oportunidades que tienen los investigadores jóvenes para desarrollar ciencia verdaderamente independiente. Una segunda convocatoria apoyará a investigadores ya consolidados pero que no hayan superado los 10 años desde su doctorado, para que establezcan o consoliden su grupo. En ambas iniciativas lo que se persigue es reclutar a los mejores científicos, repatriarlos o adoptarlos, si es que están en otro lugar, y sobre todo darles la oportunidad para poder desarrollar su trabajo en condiciones. Es decir, retenerlos.
P. Uno de los posibles puntos conflictivos es decidir dónde van a trabajar. Los países con mejores sistemas tienen las de ganar.
R. La infraestructura necesaria debe ponerla cada Gobierno apoyándose, cuando sea posible, en los grandes programas europeos. Nuestra misión es ayudar a científicos con talento a establecer su programa de investigación. De ese modo contribuimos a mejorar los sistemas locales y, al mismo tiempo, preparamos una generación de científicos nacidos en la excelencia.
P. Lo cual puede ser un problema para muchas universidades.
R. Identificar a un buen científico y ser capaz de retenerle debería ser un orgullo para una universidad. Cierto es que habrá que adecuarle instalaciones e infraestructura, pero eso es una oportunidad para generar un entorno enriquecedor. La financiación que se obtenga con las convocatorias de ERC, por otra parte, es transportable. Eso significa que el investigador puede viajar con su financiación al centro que prefiera en el momento que lo considere oportuno.
P. ¿No es esa opción contradictoria con su discurso?
R. A cualquiera le gusta vivir en su país. Abandoné mi país para irme a EE UU y luego a Inglaterra. Ahí he encontrado las oportunidades para desarrollar mi talento, pero lo que quisiera es contribuir a que en mi país puedan hacerse cosas de interés. España, como otros países, ha exportado durante años su talento. ¿En qué situación estaría ahora si hubiera sido capaz de retenerlo? No hay que inventar nada. Basta con pensar las cosas de forma simple, fácil, flexible y obvia. Y hacerlas.
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