El triunfo de la hipocresía
El pelotón español calla, lucha por pasar inadvertido y espera con insomnio el inevitable goteo de corredores implicados
Hace no muchos años, un ciclista que había llegado al pelotón profesional gracias a que su padre le había regalado un autobús a su equipo, cruzó en cabeza por primera vez en su vida bajo la pancarta de un gran premio de la montaña de una carrera. Y allí, ante el pasmo y la hilaridad del pelotón, el corredor se bajó de la bicicleta, levantó los brazos y gritó a los cuatro vientos: "¡Eufemiano, eres el puto amo!". Y empezó a reír con risa incontenible.
Estos días, una buena parte de aquel pelotón que coreó con ganas las carcajadas del ciclista emocionado padece insomnio. Hay corredores que no paran de sufrir náuseas desde la detención de Eufemiano Fuentes, vómitos, depresión; los hay que han cambiado varias veces de móvil; los hay que ven derrumbarse a su alrededor un mundo que creían seguro y definitivo. "Si saben que estoy en la lista de Eufemiano, me echan sin más ni más", dice un corredor afectado. Todos temen correr la suerte de Santiago Botero y José Enrique Gutiérrez, apartados provisionalmente del Phonak al conocerse sus posibles relaciones con el médico canario.
"Nuestro trabajo es evitar que se filtren nombres. Sólo salir en el periódico supone el despido", advierte un agente
Otra parte del pelotón asiste patidifusa a las demostraciones de superioridad y de generosidad -sintetizadas en la horrible moda en boga por la que algunos corredores, eufóricos de sentirse fuertes, regalan triunfos de etapa a compañeros menos dotados- por parte de muy efímeros campeones que invaden las carreras de estas semanas.
Los demás callan.
Han pasado 13 días desde que la Guardia Civil, al detener a Manolo Saiz, el director ciclista español más representativo del momento -y referente en la construcción del ciclismo mundial- en compañía de dos sospechosos de dirigir una trama de dopaje organizado, desencadenara quizás la más grave crisis del ciclismo español; ha pasadio una semana desde que se conocieran, vía filtraciones, los nombres de algunos corredores que supuestamente tenían tratos con la trama desarticulada, cuyo alcance se supone que llega a decenas de profesionales de todo el mundo; ha pasado eso, y más cosas, y la Asociación de Ciclistas Profesionales (ACP), el sindicato de los corredores españoles, aún no ha emitido ni un comunicado. Ni siquiera la consabida declaración de esto es muy duro para el ciclismo, pero si a partir de ahora se logra la limpieza bienvenido sea.
Como si luciera el sol.
"Es que", dice un ciclista español, "ni siquiera han convocado una asamblea, ni nos han consultado, ni preguntado nada. Sospecho que esto es porque los que lo manejan prefieren el silencio. De todas maneras, si hay asamblea, seguramente la mayoría de los compañeros se apuntarían a esa línea, la de sacar el paraguas y esperar a que escampe, la de intentar que no se filtre nada y esperar a que pase el tiempo y seguir como si nada hubiera ocurrido".
Las sospechas de este corredor anónimo, del sector minoritario, no son tan descabelladas si se contemplan los movimientos en la sombra, reuniones y conversaciones mantenidos estos días por agentes de corredores y el presidente del sindicato, José Rodríguez, ex ciclista del Kelme -el equipo del que Eufemiano Fuentes fue el médico largos años- y licenciado en Derecho. "Está claro", confiesa un agente de corredores, también anónimo; "nuestra intención es evitar que se filtren los nombres de nuestros corredores. Simplemente aparecer en un periódico supondría para ellos el despido. Y menos mal que, al parecer, el sumario del caso será secreto hasta dentro de un mes, por lo que el goteo, suponemos, no continuará hasta comenzado el Tour, lo que nos da un cierto margen de maniobra. Pero hasta entonces el objetivo es conseguir de cualquier manera que no salgan nombres".
Algunos ciclistas, por supuesto, no se sienten en absoluto culpables por esta tendencia "natural" al olvido. "Nuestra hipocresía, en todo caso, es pálido reflejo de la hipocresía general que envuelve al ciclismo", reflexiona otro ciclista; "por ejemplo, a mí me dan ganas de reír cuando veo a Patrick Lefevère, director del Quick Step, solicitar el ostracismo para Manolo Saiz. Si Lefevère aún tiene en nómina, como relaciones públicas, a Johan Museeuw, condenado por un tribunal después de que las escuchas y grabaciones demostraran su implicación en una trama de dopaje cuando corría a sus órdenes... O la hipocresía de la UCI, cuyos expertos saben por dónde vamos todos y que si quisieran cazaban a todos los tramposos, pero prefieren poner la barra más baja para cazar sólo a unos pocos, supongo que por miedo a dejar las carreras sin ciclistas. Y, con esta gente, ¿adónde va el ciclismo?".
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