Conexión directa con el dividendo
Telefónica y las principales operadoras diseñan generosos planes de retribución para mantener a los accionistas
Las compañías de telecomunicaciones han decidido tirar la casa por la ventana anunciando generosos planes de aumento de dividendo para paliar la pérdida de atractivo de los valores tecnológicos por la caída de la cotización. Telefónica no ha querido quedarse atrás y ha anunciado un plan para duplicar el dividendo de aquí a 2009, hasta alcanzar un euro por acción. El objetivo es convertirse en la compañía de telecomunicaciones que garantice una mayor retribución fija a sus 1,6 millones de accionistas. Y ha querido lanzar otro mensaje al mercado: la contención en las adquisiciones, que han castigado duramente la cotización. Rentabilidad y austeridad para mantener contento al accionista.
Telefónica duplicará la cifra hasta 2009. Pasará de los 50 céntimos que se pagaron en 2005 al euro que se abonará en 2009
Vodafone ha anunciado que aumentará un 50% el pago a los accionistas, incluso a pesar de haber anunciado el peor resultado de su historia
Que Deutsche Telekom anuncie el pago de un dividendo de 0,72 euros por acción, el más elevado de su historia, frente a los 0,62 euros pagados el año pasado, y tras dos ejercicios sin retribución al accionista, no es de extrañar. Al fin y al cabo, el grupo alemán de telecomunicaciones multiplicó por 3,5 veces su beneficio en 2005. Algo parecido le ha pasado a Telecom Italia, que ha aumentado un 28% su dividendo tras ganar un 77% más, si bien gracias a las plusvalías extraordinarias.
Resulta algo más sorprendente que France Télécom haya aumentado su dividendo un 20% cuando acaba de revisar a la baja sus expectativas de resultados para este año. Pero lo que realmente puede parecer inaudito es que Vodafone, el mayor operador móvil del mundo, anuncie que eleva un 50% el dividendo con una devolución de 9.000 millones de libras a los accionistas, justo el año en el que presenta no sólo los peores resultados de su historia -pérdidas de 21.800 millones de libras (31.850 millones de euros)- sino los peores de la historia empresarial europea.
Y es que el dividendo se ha convertido en el principal atractivo de las operadoras de telecomunicaciones, casi las únicas castigadas en una Bolsa alcista que intentan frenar la huida de sus accionistas hacia otros valores mucho más rentables aumentando la retribución fija, y garantizándosela durante un periodo de años.
Ambas acciones acaba de anunciarlas Telefónica en su quinta conferencia de analistas, celebrada en Valencia. El presidente de grupo, César Alierta, aprovechó el evento para explicar que, de aquí a 2009, duplicará el dividendo, que pasará de los 50 céntimos que se pagaron en 2005 al euro que se abonará en 2009. Este año, el dividendo crecerá ya un 20%, hasta los 0,6 euros por acción.
El compromiso se extiende al beneficio por acción, que se duplicará desde los 50 céntimos actuales a los 91 céntimos en 2009, lo que implica un resultado neto consolidado cercano a los 9.000 millones, el doble del actual. Además completará el programa de recompra de acciones propias del que restan 2.700 millones de euros, hasta los 6.000 millones comprometidos hasta finales de 2007.
Con este dividendo previsto de 0,6 euros, la rentabilidad por acción subirá a 4,7%. Si a eso le añadimos los 4,3% procedentes del plan de recompra, la rentabilidad total para el accionista se sitúa en 6,9%, situado por encima de la media de 5,76% ofrecida por sus homólogos, según Fortis Bank.
Según un ranking elaborado por Bloomberg, Telefónica ocupa el primer lugar de los grandes operadores por retorno anual para el accionista en el periodo 1995-2005, con el 18,6%, por delante de Vodafone (12,3%), Telecom Italia (5,6%), Deutsche Telekom (0,4%) y France Télécom (-1,2%).
Las operadoras, la mayor parte de las cuales eliminaron el dividendo coincidiendo con la burbuja tecnológica a finales de 2000 -cuando las cotizaciones se dispararon- lo han convertido ahora en su Santo Grial. Telefónica no fue ajena hasta tendencia. Alierta ya recuperó el pago de dividendo en 2003, después de que Juan Villalonga, su antecesor en el cargo, lo eliminara en 1998.
Cambio de criterio
Para justificar este cambio de criterio han cambiado también en las teorías de la llamada creación de valor para el accionista. En la última década se cifró esta creación casi únicamente en el aumento del valor de la acción.Ahora se ha reconsiderado esta teoría. Pablo Fernández, profesor del IESE, ha llamado la atención sobre el equívoco a la hora de definir conceptos, y señala que la creación de valor no puede basarse simplemente en el concepto clásico del aumento de valor, definido como aumento de la capitalización y pagos a los accionistas en forma de dividendos, menos los desembolsos por ampliación por capital o por conversión de obligaciones.
Para el profesor del IESE, hay que tener también en cuenta la rentabilidad exigida a las acciones, es decir, la rentabilidad que precisa obtener un accionista para sentirse suficientemente remunerado. Para fijar este ratio, depende de los bonos del Estado a largo plazo y del riesgo de la empresa. Es decir, si en diciembre de 2002 los bonos a 10 años estaban al 4,3% de interés, un accionista exigiría una rentabilidad superior. ¿Cuánto más? Depende del riesgo de la empresa. Con estas mimbres se define la creación de valor como la diferencia entre el aumento de valor para los accionistas y la rentabilidad exigida a las acciones.
Con estos parámetros, de 1992 a 2004, Telefónica aumentó su capitalización en 61.836 millones de euros, con un aumento de valor para los accionistas de 45.564 millones y una creación de valor final de 16.790 millones.
La comparación puede parecer demasiado ad hoc, sobre todo para los accionistas más recientes de Telefónica. El grupo fue uno de los cuatro únicos valores del Ibex 35 que cayó en 2005 -un 8,3%- frente a la subida media del 18,2%. Para rebatir ese argumento, desde Telefónica se saca el ranking del resto de operadores. La capitalización de todos los grandes cayó más: Telecom Italia (-18,27%), Deutsche Telekom (-15,44%), France Télécom (-14,04%) o Vodafone (-8,32%). Sólo las compañías pequeñas, sobre las que pesan promesas de OPA, tuvieron rentabilidades positivas como Telenor, BT o O2, esta última adquirida por la propia Telefónica en noviembre del año pasado.
Y es que otro de los grandes baldones que pesa sobre Telefónica es su política de adquisiciones en los últimos años. También en esto el criterio ha cambiado. Si en plena burbuja había que crecer de tamaño a cualquier precio, ahora el lema es ser lo suficientemente asequible para poder ser opado.
A contracorriente, Alierta ha realizado las mayores adquisiciones del sector. Las compras de las filiales hispanoamericanas de móviles de BellSouth, el ex monopolio checo Cesky Telecom y el operador británico de móviles O2 y la toma de una participación de China Netcom han supuesto un desembolso de más de 40.000 millones de euros, el 60% de la capitalización bursátil del grupo.
Esa política de adquisiciones ha tenido como contrapartida un aumento de la deuda, que se ha duplicado en el último año hasta alcanzar los 53.500 millones de euros. El mercado recibió mal estas adquisiciones que, casi siempre, fueron acompañadas de una rebaja de la calificación crediticia. De ahí, el segundo compromiso anunciado en Valencia. El grupo no gastará más de 1.500 millones hasta finales de 2007 en nuevas compras, ni emitirá nuevas acciones para pagar adquisiciones. La única inversión que se contempla es la compra del 50% de Vivo, el mayor operador móvil de Brasil, cuyo capital comparte al 50% con Portugal Telecom.
El anuncio ha sido acogido casi con euforia por los analistas. "Nos ha mostrado a una compañía que ha sabido escuchar al mercado, rectificar algunas decisiones (como el dividendo del próximo año) y cortar la mayor incertidumbre que pesaba sobre la acción con una declaración expresa respecto a sus política de adquisiciones. [...] Estos mensajes debería liderar el rerating [recalificación] de la acción", dice el último informe de BBVA.
Parece ser que, en efecto, hay un punto de inflexión tras los anuncios en la conferencia de analistas celebrada el 25 y 26 de mayo. Hasta entonces, en lo que iba de año, la cotización de Telefónica acumulaba una caída del 4,01%, frente a la subida del Ibex del 4,4%. El viernes, cerró a 12,82 euros, y ya está en positivo (0,87%).
Pero tampoco hay que lanzar las campanas al vuelo. La fidelidad de los accionistas no depende sólo del criterio de los analistas, ni de que Telefónica se comporte mejor que sus homólogas. Si el valor de acción sigue cayendo, el dividendo alto no bastará.
Plan de opciones
En este sentido, no deja de ser un mensaje confuso a los accionistas el nuevo plan de incentivos y fidelización para 2.000 directivos de la compañía que, aunque está ligado a la rentabilidad total que reciban los accionistas -performance share o rendimiento de la acción-, la referencia no es la general del mercado sino el ranking de las 30 mayores empresas de telecomunicaciones del mundo. Según sea el lugar que ocupe Telefónica, los ejecutivos pueden percibir desde el 100% de las acciones asignadas hasta ninguna.
Si bien es loable introducir cierto control a los premios a los directivos, en un mercado bajista para los valores tecnológicos sería más justo tomar como referencia el mercado en general, porque al accionista no le importa que sus ganancias vengan del ladrillo o de la telefonía móvil, sino de la cuantía de las plusvalías. De hecho, los generosos planes de opciones sobre acciones de los que se beneficiaron los directivos en plena burbuja tecnológica no introdujeron límite ni referencia alguna.
Para bien o para mal, Telefónica está marcando tendencia. En los dos últimos años ha conseguido duplicar el número de clientes, y es la sexta operadora mundial por capitalización, aunque también la primera europea con más deuda. Ahora toca la apuesta del dividendo.
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