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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los equívocos de la xenofobia y la sandía

Estaban en el Palau de la Generalitat evaluando todavía la respuesta mediática a la remodelación del Consell, tan teñida por la perplejidad como de conjeturas, cuando el entramado de presidencia, según tenemos entendido, fue sacudido por las declaraciones de la directora del Palau de la Música y edil, Mairén Beneyto, crítica con el concierto programado para el Día de la Comunidad por no incluir autores valencianos. Una observación que pudo ser meramente chauvinista se convirtió en xenófoba al mencionar como causas de esta laguna la condición austriaca de Helga Schmidt, directora artística del nuevo coliseo, y el origen catalán de la secretaria de Cultura, Concha Gómez.

Es verosímil que en el ánimo de la citada concejala no latiese la menor intención despectiva y que, simplemente, se dejase vencer por las inercias de su blaverismo profeso. Un momento desafortunado al que todos estamos expuestos cuando cedemos a la cabra que llevamos dentro y ésta opta por tirar al monte. La debilidad, sin embargo, no le eximió del correctivo y consiguiente canto de la gallina a que fue conminada desde lo más alto, por mediación de la alcaldesa, Rita Barberá, que últimamente no gana bastante para sobresaltos. Después de la inmediata rectificación -"yo no dije digo donde dije Diego" y etcétera ante unos informadores convocados con sello de urgencia- todo ha quedado en un presunto equívoco y un mal trago.

Sin embargo, sea con esta escenificación o con otra, la relación entre ambos centros musicales está lejos de tener un futuro despejado. Y no por un problema de competencia en la programación, del que a la postre siempre seríamos beneficiarios los ciudadanos, sino por la estrechez del mercado. En primer lugar, del financiero, pues ni los más eufóricos pueden esperar que Valencia propicie tantos patrocinios económicos privados para contribuir al sostén de los mentados foros capitalinos y de algunos otros. No hay hábitos sociales de tales mecenazgos, ni riqueza, ni empresas u opulencias con dimensión bastante.

Y después, los usuarios. ¿De dónde ha de salir tanto melómano como para nutrir la desmedida oferta que se perfila con casi una decena de salas? Viendo la evolución de la venerable Sociedad Filarmónica de Valencia, convertida en coso de jubilados, nos cuesta imaginar audiencias suficientemente nutridas y constantes como para justificar los aforos. Quizá algún día se nos describa a partir de qué previsiones se erigió esa descomunal obra de Santiago Calatrava, que de momento sirve para ilustrar las postales capitalinas y rodar anuncios publicitarios. Confiemos en que los expertos en mercadotecnia afinasen en su día más que los de Terra Mítica, que, en punto a clientela, hicieron las cuentas de la vieja.

El segundo equívoco notable ha sido el manifiesto-programa a modo de adivinanza del nuevo consejero de Territorio y Vivienda, Esteban González Pons. Ya saben, eso que ha declarado acerca de la "política sandía, verde por fuera y rojo, como el corazón, por dentro". O sea, melón de agua. No ha hecho más precisiones, de momento. Hemos pulsado la opinión en el sector del ladrillo y la verdad es que se sienten perplejos y como desarmados ante el novedoso lenguaje metafórico con que se ha destapado este gestor inédito y poeta encubierto. Y aún lo de verde se entiende, suponiendo que se ponga el énfasis en la repoblación forestal y cuido de los espacios por proteger y de los protegidos. Pero, ¿y lo de rojo por dentro?

Los más perspicaces han querido leer en este augur una respuesta a las intenciones del PSPV, que ha puesto como eje de su campaña electoral municipal y autonómica la corrupción y la especulación urbanística. La réplica consiste en acentuar el ecologismo del PP, lo que no deja de ser una salida que deja un tanto desairado a su antecesor, Rafael Blasco, como si hubiese desatendido tal frente. En todo caso, ya veremos en qué queda, pues en este capítulo de la política territorial el discurso puede ser de los políticos, pero mano a mano con los inmobiliarios, y estos están a la espera de saber qué les cuenta sin retórica el gestor de su parcela.

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SILENCIO, SE NEGOCIA

A la izquierda del PSPV hay una opción política que estas semanas trata de pespuntar un pacto entre todas -o casi- las siglas que la configuran para las elecciones autonómicas de 2007. Ya se cruzan apuestas acerca de su suerte y son más quienes están por la labor. Incluso resulta realista decir que las reticencias proceden mayormente de los individuos veteranos, con más experiencia, si se quiere, pero con menos futuro. Lo peor es el chamarileo de las listas, donde hay menos puestos de salida que ambiciones. Lo mejor, el clamor -por modesto que parezca- de las bases, como se percibió en el reciente 20 aniversario de EU. Y eso se negocia, silencio.

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