Puertas berlinesas a otra dimensión
De la bella Nefertiti al Altar de Pérgamo, cinco museos para un viaje extraordinario
Si alguien le dice que la berlinesa más bella se llama Nefertiti, apueste que es cierto. Su hermosura sigue intacta y nos invita a descubrir otro Berlín en un asombroso paseo virtual por la historia del arte y la cultura de otros continentes. Nefertiti llegó a esta ciudad, como tantos otros objetos, fruto de las excavaciones de muchos investigadores, naturalistas o simples aventureros alemanes que recorrieron el mundo en los siglos XVIII, XIX y comienzos del XX. Por entonces, ni la arqueología y etnología eran una ciencia, ni había normas sobre qué hacer con las obras y objetos que aparecían bajo tierra. Hasta bien entrado el XX llegaban a Europa por tierra y mar tesoros de otras civilizaciones que eran comprados, confiscados o simplemente robados de sus lugares de origen. El lado positivo de la historia es que la mayoría de ellos se encuentran a salvo en colecciones públicas, restaurados y bien expuestos. Berlín es un ejemplo.
Ahora, Nefertiti no está en su sitio. El busto ocupa la sala central del primer piso en el Altes Museum (Museo Viejo) como si hiciera honor al significado de su nombre: "La bella ha llegado". Justo detrás se está restaurando la sede definitiva del Museo Egipcio, que se inaugurará en 2009 dentro de la famosa Isla de los Museos. El Egipcio atesora unas 1.300 piezas, algunas espectaculares, como el extraño retrato en madera de la reina Tiy con gorro al que Thomas Mann, gran admirador de este museo, le dedicó unas palabras en su novela José.
El resto del Altes Museum está consagrado al arte cicládico y griego, con algunas buenas piezas de arte romano. Esas extrañas y simples figurillas, provenientes de las islas Cícladas, fueron denostadas por feas y primitivas por los entendidos de la época. Su redención se la debemos a las vanguardias de comienzos del siglo XX, que vieron refinamiento donde otros se quedaron con su tosquedad. Algunos, como Picasso o Eluard, se enamoraron de ellas; para otros, como el escultor Brancusi, fue la revolución.
La Isla de los Museos
Pero en la Isla de los Museos, que delimita la ribera del Spree y el canal de Kupfergraben, también se encuentra el famoso Museo Pérgamo, un cinco estrellas. Ya avisan las guías de viaje: "Si sólo puede elegir uno, visite éste". La auténtica diva del museo es el Altar de Pérgamo, traído hasta aquí en barco tras el hallazgo de un ingeniero de ferrocarriles alemán aficionado a las antigüedades, Karl Humann. Treinta y cinco toneladas de losas de mármol labradas en torno al siglo II antes de Cristo que forman una de las mejores obras del arte helenístico y que obligaron a acondicionar el propio edificio en función de esta obra hermosa y colosal. La otra gran joya de la colección es la Puerta del Mercado de Mileto, de factura romana clásica, que ocupa la segunda sala, aunque ahora en plena restauración.
En el Pérgamo hay tres grandes colecciones: la de arte clásico, que se complementa con la del Altes Museum; la de arte islámico, y sobre todo la de Oriente Próximo, dedicada a Mesopotamia, Siria y Anatolia, donde se encuentra reconstruida la tercera obra espectacular: la enorme avenida procesional que se extiende ante la Puerta Ishtar, forrada en ladrillo vidriado y tan profusamente decorada que se entiende el efecto retador que imponía a sus visitantes no deseados. La tercera gran colección es de arte islámico, con obras impresionantes como la puerta del palacio de Mashatta, una reproducción de una habitación de Alepo y una espléndida cúpula en madera que deja a los españoles llenos de interrogantes, pues procede de la Alhambra. La cartela de la pieza nos informa que fue ¡comprada en 1927!, y se adelanta a responder la pregunta del pasmado visitante: "... con el consentimiento de las autoridades españolas".
Arte en África
Alejados del centro están los museos Dahlem, que aglutina el edificio del Etnológico. Se trata de uno de los mejores museos del mundo, aunque algunos expertos no tienen dudas: es el más sobresaliente entre los de su especialidad. Cuando se atraviesa la puerta de entrada se entiende por qué. Si no se tiene tiempo, siempre se pueden elegir algunas de sus salas asiáticas dedicadas al Himalaya, India, China, Asia Central... o acabar en una sala de té japonesa; darse una vuelta por la apabullante colección de Mesoamérica o Centroamérica; sumergirse en el exotismo de los mares del Sur. Pero lo que no hay que dejar de ver es la colección permanente titulada Arte en África, inaugurada en agosto de 2005 y que por sí misma justifica una visita a Berlín. Montaje y contenido son capaces de dejar al visitante con la boca abierta. El primero, por la impactante atmósfera rigurosamenta negra en la que no entra la luz natural y de la que emergen como cerillas las piezas escenográficamente iluminadas; el segundo, por la calidad de las 200 obras elegidas entre los 75.000 objetos que posee el museo, y que componen una lectura ordenada y clarificadora de la función y significado del arte africano.
A modo de despedida, cualquiera de las dos líneas de autobuses que llevan al aeropuerto se detiene en el palacio de Charlotenburgo, y allí, en su extremo oeste, se aloja el pequeño Museum Für Vor-und Frühgeschichte (Prehistoria y Arte Antiguo), que, entre otros muchos tesoros, contiene parte del conocido tesoro de Príamo que un personaje tan especial como Heinrich Schliemann (1822-1890) fue recopilando entre las ruinas de la antigua Troya. Pasado el tiempo, a Schliemann, que empleó su fortuna en recuperar el pasado utilizando por toda guía la Biblia y la Odisea, ya se le han perdonado sus métodos de aficionado o sus mentirijillas. Las maravillosas colecciones que fueron llegando a los museos estatales de Berlín deben mucho a la figura controvertida de este aficionado, a quien se dedica la parte central de este museo con objetos de Troya, su oro y sus impresionantes joyas. Sólo que en el guión de la historia aparece una penúltima página: todos esos hermosos objetos de oro que brillan tras el cristal no son originales, sino copias, pues los rusos se los llevaron como botín de guerra. El último capítulo aún está por escribir.
GUÍA PRÁCTICA
Prefijo telefónico- 00 49 30.Cómo ir- Iberia (www.iberia.com; 902 400 500) tiene un vuelo directo de Madrid a Berlín; ida y vuelta en junio, desde 181,86, con tasas y gastos incluidos.- Easyjet (www.easyjet.com; 902 29 99 92) y Air Berlin (902 320 737; www.airberlin.com) son dos líneas de bajo coste con vuelos a BerlínMuseos- www.smb.spk-berlin.de.- La Isla de los Museos (20 90 55 55; www.museumsinsel-berlin.de). Autobús: 100, 200, 348. Metro: línea U6. Allí están el Altes Museum (que muestra ahora también las colecciones egipcias)y el Museo Pérgamo.- Museo Etnológico (83 010). Arnimalle, 27. Metro: línea U3.- Museo de Prehistoria y Arte Antiguo (32 67 48 40). Castillo de Charlotenburgo. Langhansbau. Autobús: 145 y 200. Metro: línea 7.- 'Museumpass', abono de tres días para museos: 15 euros. De venta en las oficinas de turismo.Información- Oficina de turismo de Berlín (25 00 25; www.berlin-tourist-information.de).- Oficina de turismo de Alemania en Madrid (914 29 35 51; www.alemania-turismo.com).
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