Cuaresma polaca

Desde ayer, los polacos vuelven a poder ver anuncios de cervezas y preservativos. Durante cinco días han estado prohibidos, así como los escotes o los chistes picantes. El Papa visitaba el país, y éste tenía que parecer decoroso. La censura impuso a la televisión una hipócrita cuaresma y se retiró un anuncio de televisores porque mostraba una pareja con habilidades multitarea intentando ver el Mundial y, al mismo tiempo, buscando el recreo carnal. Ya no se trata de que la televisión sea el espejo del país, sino de que, rigurosamente vigilada, pinte el que gusta a la autoridad. Una fachada tan de mentirijillas como el postizo pueblo andaluz de Bienvenido, Mr. Marshall.
De aplicarse esta restricción en España, no habríamos podido ver un intento de récord Guinness (Antena 3) consistente en desabrochar más de 40 sostenes en unos segundos. El aspirante falló y se quedó sin los laureles que pródigamente reparte este circo. En TV-3 tampoco podrían hacer Polonia, un sano espacio de humor político que vive de dar esplendor a los gags que diariamente suministra la tropa política.
En cambio, como era de madrugada y el Papa ya se habría ido, podría emitirse, como se hizo, un programa en Antena 3 en el que una mujer se sometía a la máquina de la verdad para desmentir a su celoso cónyuge. Lo más llamativo fue que, tras demostrárselo, lo llamó cabrón y gilipollas... en un idioma eslavo. En La hora de la verdad, el presentador emplea un tono frío y solemne para preguntar a un casado si tocaba algo más que los pechos a otras chicas y así calibrar su ánimo adúltero. Se presenta como infalible un cacharro de los tiempos de Lombrosso. El polígrafo mide cambios fisiológicos, pero estos cambios pueden darse porque la cobaya está mintiendo o por infinidad de otros estímulos... Hasta le aplicaron innecesariamente la máquina a un señor que se confesaba mentiroso compulsivo. Lo más triste es ver a unos ciudadanos exponiéndose en este escaparate de miserias. Unos fueron a la tele para someterse a la prueba, con ADN, de paternidad.
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