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Fórmula 1 | Gran Premio de Mónaco
Columna
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El mensaje de Schumacher

Fui el primero en reconocer la culpabilidad de Michael Schumacher cuando el sábado dejó su coche atravesado en la penúltima curva del circuito urbano de Montecarlo, causando un claro perjuicio a Fernando Alonso, en la última tanda de la clasificación. Aquello no tenía excusa. Pero, ayer, Schumacher protagonizó una carrera memorable, superada tan sólo por la serenidad, la velocidad y la cordura de un Fernando Alonso que cada vez es mejor piloto.

El alemán salió especialmente motivado porque había recibido más críticas por su acción de las que él mismo esperaba. Y demostró de nuevo que es un gran profesional. Su moral podía estar por los suelos después de escuchar lo que tuvo que oír. Y, no obstante, cuando salió a la carrera desde el pit lane, más atrás que el último de la parrilla, no sólo iba con un nuevo motor, sino también con ganas de mandar un mensaje a Alonso. "Aquí estoy y lucharé hasta el final", pareció decirle con su actitud desafiante ante todos y cada uno de sus adversarios.

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Todo eso indica carácter. Tanto el incidente que protagonizó el sábado como la carrera que realizó ayer. Es un ganador y no tira la toalla. Y eso es muy bueno para un campeonato en el que la distancia de Alonso es grande, pero no definitiva. Schumacher y Raikkonen no se rinden. En realidad, el finlandés se convirtió ayer en un rival muy duro para Alonso y fue más rápido que él, aunque no creo que hubiera logrado superarle. McLaren sigue teniendo serios problemas de fiabilidad y eso les obliga a reducir el tope de revoluciones por minuto y, por tanto, a perder potencia para no romper los motores.

Ayer, sin embargo, el problema fue un recalentamiento del motor que acabó provocando un incendio en el sistema eléctrico. En la fórmula 1 no hay ventiladores y los radiadores y el motor se refrigeran por el aire que entra a presión cuando el coche va a gran velocidad. Pero, con la entrada del coche de seguridad, Raikkonen entró en los boxes a repostar y el motor se recalentó y no pudo refrigerarse bien tampoco cuando regresó a la pista porque la carrera se encontraba todavía neutralizada. En un motor sin problemas, esta situación es controlable, como ocurrió con todos los demás coches. Sin embargo, el del finlandés había sufrido ya el jueves un problema similar que dejó secuelas. Y ayer el calentamiento fue tal que provocó otro incendio.

Fue una cuestión de mala suerte, una desgracia más de las muchas que están persiguiendo a Raikkonen en las últimas dos temporadas. Sin embargo, McLaren debe resolver el problema de la fiabilidad. Si es una cuestión crónica provocada por un error de diseño del coche, puede costarle bastante tiempo resolverlo. En Montecarlo bajar las revoluciones por minuto no fue un gran problema porque no es un circuito que exija mucho del motor. Pero en otros circuitos más rápidos eso les pasará factura.

Porque están luchando contra un Fernando Alonso que nunca falla y que se está consolidando como el mejor piloto del momento. Conduce de una forma cada vez más inteligente, con mucha clase, con una trazada perfecta y sabiendo en cada momento lo que más le conviene. Ayer, por ejemplo, bajó su ritmo y conservó su motor para la próxima carrera en cuanto se dio cuenta de que ya nadie podía perturbarle.

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