_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El tren

Manuel Vicent

El tren abandona puntualmente el hangar de la estación y antes de llegar a campo abierto deja atrás paredones chamuscados, depósitos, fábricas, bardas podridas de jardincitos traseros con latas de geranios. El viajero contempla por la ventanilla matorrales y arboledas, carrizales, pardos rastrojos y las primeras colinas verdes donde se ondula el trigo o la alfalfa. Ahora una llanura tapizada de flores moradas y amarillas se diluye a lo lejos en el humo de unos montes azules y el zumbido agradable del tren se funde muy bien con el silencio del vagón. El sosiego del paisaje sume al viajero en un placer de dulces sensaciones olvidadas, pero en ese momento en el vagón suena el primer teléfono móvil con una musiquilla de pasodoble y la voz algo cascada de una señora entrada en años se apodera de todo el espacio. Primero pregunta cómo sigue la urea de su prima, que en los últimos análisis le había salido muy alta, y a continuación comienza a relatar con todo pormenor la operación de vesícula a la que acaba de ser sometida. El viajero se entera del nombre del cirujano, de lo borde que era una de las enfermeras, de algunos puntos de la cicatriz que todavía le supuran. El tren ha alcanzado ya la velocidad de 250 kilómetros por hora y se va tragando terraplenes con amapolas, valles húmedos donde pace el ganado y riachuelos que espejean entre hileras de hayas plateadas. En el vagón se establece un breve interludio de paz y el paisaje acapara de nuevo la mente del viajero hasta más allá de los prados. Suena otro móvil. Un señor muy cabreado le chilla a su socio que el cheque de Milán no tiene fondos y que a este paso la empresa se va a declarar en suspensión de pagos. A estos gritos se superpone otra llamada: una madre le dice a su hija que vaya a la cómoda y que abra el tercer cajón, ¿ya?, que allí encontrará su jersei, el rojo no, el azul, ¿ya? y las braguitas. El tren es de alta tecnología, pero el aire del vagón y limpieza de la velocidad se hallan contaminadas por un parloteo anodino o grasiento, siempre insoportable. A través de la ventanilla insonorizada el paisaje despliega la suavidad de un silencio muy puro. El viajero ahora contempla un lago apacible al pie de unos montes con los picos todavía nevados y también unos huertos llenos de frutos, mientras en el asiento de al lado alguien cuenta que acaba de expulsar una piedra del riñón del tamaño de un garbanzo y que la operación de hernia discal la dejará para más adelante. Lejos se ven nubes de lluvia sobre barbechos y campos cosechados.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_