Segunda revolución comercial
¿Se imaginan poder comprar en tiendas en las que nunca falta el artículo que uno busca? ¿Un aeropuerto en el que jamás se pierden las maletas? ¿Adquirir una obra de arte o un artículo de lujo sin dudar de su autenticidad? Esto que, a priori, parece ciencia-ficción es ya una realidad técnicamente posible gracias al EPC; un chip prodigioso que dará mucho que hablar en los próximos años.
Pero ¿qué se esconde bajo estas siglas? El Electronic Product Code (EPC) es un novedoso sistema para identificar productos mediante chips que emplean la tecnología de la radiofrecuencia de identificación. Es, según los expertos, el sucesor del código de barras, ese símbolo que hoy lucen más de 10 millones de productos en todo el mundo y que hace 30 años revolucionó, por dentro, las empresas españolas y, a ojos del consumidor, las tiendas tradicionales, permitiéndolas convertirse en modernos supermercados e hipermercados.
El sistema no requiere contacto físico entre la etiqueta y el lector; permite acceder a distancia a la información
Todo apunta, por tanto, a que estamos a punto de asistir a una segunda revolución y que el artífice de ese cambio mayúsculo va a ser el Código Electrónico de Productos.
Lejos de ser una tecnología moderna, los orígenes de la radiofrecuencia se remontan a la Segunda Guerra Mundial, si bien ha habido que esperar hasta hace unos años para contar con un estándar que permitiera introducirlo en el sector del gran consumo. El estándar en cuestión no es otro que el EPC.
Este sistema introduce dos importantes novedades con respecto al código de barras. La primera es que no precisa contacto físico entre la etiqueta y el lector, es decir, permite acceder a distancia a la información: la segunda, que hace posible identificar cada artículo de forma unitaria, pudiendo diferenciar dos productos de iguales características.
Técnicamente, la etiqueta inteligente permitirá disponer de información en tiempo real sobre cualquier producto, de cualquier empresa y de cualquier lugar del mundo, así como seguir la pista a un artículo a lo largo de toda la cadena de producción, conociendo detalles como su fecha de caducidad, temperatura de exposición, trayectoria comercial, etcétera. En este sentido, el EPC es un buen aliado a la hora de mejorar la seguridad de los procesos y de proceder a la rápida retirada de un producto en caso de que sea necesario. Esta "etiqueta inteligente" resulta también especialmente útil para evitar falsificaciones en sectores como el farmacéutico, el de obras de arte o mejorar el control de los suministros hospitalarios.
Ahora bien ¿cuándo veremos el chip en nuestras tiendas? Lo cierto es que aunque éste puede aportar innumerables ventajas en el punto de venta, sus beneficios en el entorno logístico son aún mayores. Por ello no es de extrañar que ese gran proceso de cambio que transformará nuestros comercios se esté gestando en sus "trastiendas". Siguiendo la estela de Estados Unidos, el Reino Unido o Alemania, empresas españolas han comenzado ya a probar los beneficios del chip en sus almacenes.
Justamente para ello, AECOC -que introdujo en España el código de barras- ha abierto en Barcelona un centro de desarrollo y pruebas de esta tecnología en el que las compañías pueden conocer y testar sus beneficios. Se trata de un primer paso en el largo recorrido del chip en nuestro país; un camino que, a buen seguro, le permitirá dar el salto a las tiendas en un horizonte temporal de unos diez años. Hasta entonces muchos acontecimientos tendrán que sucederse: las grandes compañías lo testarán, el precio unitario del chip se reducirá, la tecnología se depurará... Y después, el chip prodigioso dará el salto a nuestros comercios. Entonces sí que estaremos asistiendo a la segunda gran revolución del comercio.
José María Bonmatí es director general de AECOC.
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