_
_
_
_
Reportaje:

La fusión 'patriótica' de Suez y Gaz de France

El Gobierno francés hace oídos sordos a Bruselas y promueve un proceso de renacionalización en el sector energético

Oficialmente debía ser una fusión entre iguales. Oficialmente, también, suponía la privatización de un subsector de la energía, el del gas, en Francia. Oficialmente, por fin, todos los accionistas estaban de acuerdo con las condiciones pactadas. Pero como acostumbra a ocurrir en este tipo de operaciones, entre el mundo oficial y el mundo real hay notables discrepancias. Importantes accionistas de Suez creen que el pacto de fusión con Gaz de France (GDF) castiga sus intereses. Bruselas ha advertido seriamente al Gobierno francés que va a vigilar de cerca esta operación. Y éste ha vuelto a desafiar las decisiones comunitarias asegurando que no va a suprimir la acción de oro (que le permite vetar algunas decisiones empresariales) en la compañía que resulte de la fusión porque considera la energía un sector estratégico.

El gobierno francés considera el mercado de la energía como un sector estratégico que no puede escapar totalmente al control del Estado
Más información
Sinergias, pero sin despidos

La idea de que las compañías Suez y GDF "pesan" igual no es del agrado de todos. Uno de los principales accionistas de Suez (posee el 7,2% de su capital), el financiero belga Albert Frère, considera que el simple intercambio de acciones acompañado de un euro suplementario por cada título que se posee de Suez no valora en su justa medida al grupo privado. Y en ese sentido ha hallado respaldo en el fondo de inversiones de Estados Unidos Knight Vinke, que habla de "infravaloración de Suez" puesto que, según ellos, el valor real de la acción de Suez es de 40 euros y el de la acción de Gaz de France no debiera alcanzar los 30 euros.

Otro personaje que participa siempre en todas las polémicas que lleva aparejada la democratización del accionariado de las empresas francesas, Colette Neuville, presidenta de una asociación de accionistas minoritarios, estima que el proyecto de fusión entre Suez y GDF es "seductor desde el punto de vista industrial", pero "inquietante para los accionistas".

O lo que es lo mismo: la fusión puede crear un gigante europeo en el terreno de la energía, capaz y eficaz, pero eso no tiene por qué repercutir a corto y medio plazo en beneficio de los accionistas. Estamos pues ante una operación que responde a un interés nacional -de hecho es binacional, pues implica a Francia y Bélgica- mucho más que al de los inversores de ambas compañías.

Desafío nacional

Esa constatación es también la que aparece subyacente en la inquietud manifestada por Charlie McCreevy, portavoz comunitario del comisario responsable del mercado interior. En un comunicado se dice dispuesto a mantener "una actitud vigilante" y "a punto para actuar según sean los detalles de la operación".

¿Qué es lo que más les preocupa? Sencillamente, la decisión del Gobierno francés, hecha pública a través de un documento de 29 páginas, de guardar para sí una golden share (acción de oro) que le asegure el derecho a veto en ciertos casos. Se trata, en definitiva, de considerar el sector de la energía como un sector estratégico que no puede escapar totalmente al control del Estado.

Bruselas ha recordado que "en principio, no hay lugar para las acciones de oro dentro del mercado único", pero París, al margen de quedarse con la ya citada acción de oro, asegura a los trabajadores de Gaz de France que, en el nuevo grupo empresarial resultante de la fusión, "el Estado tendrá más de un tercio del capital", concretamente un 34%.

Ante esa información no falta quien asegura que eso "no es la privatización de Gaz de France, sino la nacionalización de Suez".

Para el ministro de Economía y Finanzas, Thierry Breton, todas las advertencias que llegan de Bruselas suenan a música celestial o, mejor dicho, a fondo sonoro al que no hace falta prestar atención. ¿Cómo entender sino sus palabras asegurando que el Estado no podía dejar de ejercer su control "sobre actividades tan estratégicas como el transporte, distribución y almacenamiento de energía?".

A Thierry Breton sólo le faltaba recordar que, durante la II Guerra Mundial, los tanques franceses quedaron inmovilizados ante el ataque alemán por falta de gasolina.

A esa voluntad de superioridad gasista -la fusión crea la primera empresa europea del sector de la energía por su volumen de negocio (delante de la alemana E.ON) y la segunda empresa en lo que a capitalización se refiere (detrás de la también francesa EDF)- hay que sumarle el deseo de mantener la diversificación: "El proyecto de fusión no contempla la cesión de ninguna rama de actividad".

Renacionalización

El polo medioambiental de Suez, dedicado al saneamiento de agua y al reciclaje de residuos, no será pues cedido y representará el 17% del negocio del grupo resultante.

En el fondo, el problema con que tropiezan las amenazas de Bruselas es con la falta de voluntad política de la Unión Europea, incapaz de ofrecer una alternativa a la voluntad de renacionalización de varios países.

Una vez fallido el intento de redactar una Constitución que estuviese a la altura de las ambiciones de los federalistas europeos, cada Estado se repliega y busca su mejor línea de defensa antes de proceder a un nuevo ataque.

Y los franceses han encontrado el precedente de Distrigaz y de Fluxys, filiales belgas de Suez en materia de distribución y transporte de energía. En 1994 la Unión Europea concedió al Estado belga el derecho a poseer golden share en ambas compañías.

Dominique de Villepin, a la derecha de la foto, junto al ministro de Finanzas Thierry Breton.
Dominique de Villepin, a la derecha de la foto, junto al ministro de Finanzas Thierry Breton.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_