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La organización tenía una estructura "similar a la de los servicios de información militar de la guerra fría"

La red de fraude en la multipropiedad desarticulada esta semana en la Costa del Sol tenía una estructura "similar a la de los servicios de información militar en la guerra fría", aseguran fuentes policiales. Esta forma de organizarse suponía que cada miembro del grupo sólo conocía a su inmediato superior y a su inmediato inferior en la cadena, y no conocía a ningún otro integrante de la trama.

La investigación se inició en 2002. Según la policía, las cúpulas de las empresas fraudulentas eran cada vez menos visibles, ya que los organigramas estaban cada vez más llenos de personas interpuestas. Sin embargo, el cabecilla del grupo, Willem Marthinus Prinsloo, "siempre controlaba en última instancia el sistema de empresas y el flujo monetario de las cuentas bancarias". Prinsloo usaba a algunos de sus colaboradores, detenidos en la misma operación, "para ejercer coacciones y amenazas en su forma más violenta, en caso de ser necesario" para sus fines. Los agentes se incautaron de un arma de fuego prohibida del calibre 22.

Este opaco entramado dificultó "enormemente" el trabajo de los agentes que llevaron a cabo la investigación. El hecho de que los detenidos de redes de estafa en multipropiedad en los últimos años -más de 500- no se conocieran entre ellos creaba un "muro de silencio" que "impedía llegar hasta el escalón superior de la estructura delictiva". Además, cuando las denuncias, que se interponían generalmente en el extranjero, llegaban a España lo hacían "con meses e incluso años de retraso, no siempre con la información documental completa y con el inconveniente de no poder contactar directamente con la víctima", según la policía.

A todos estos contratiempos, algunas fuentes policiales añaden "la tibieza en la jurisdicción a aplicar". Las empresas que se dedican al fraude con la multipropiedad fingen llamar a sus víctimas desde teléfonos del Reino Unido o de Estados Unidos, aunque la mayoría lo hacen desde España a través de un teléfono móvil internacional o un desvío de llamada. Según la Asociación británica de Consumidores de Multipropiedad, los telefonistas de estas compañías usan técnicas muy agresivas de venta, son "muy persistentes" y resultan "muy convincentes".

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