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La hora de Kosovo

Después de Montenegro, Serbia se prepara para la posible independencia de la provincia

Con la herida aún sangrando por la secesión de Montenegro, Serbia empieza a prepararse para lidiar con una dolencia muchísimo más peligrosa: la posible independencia de Kosovo, provincia serbia de mayoría albanesa administrada por la comunidad internacional tras la intervención de la OTAN, en 1999. Las negociaciones entre serbios y albanokosovares en Viena están estancadas y, si no hay acuerdo, la comunidad internacional podría imponer una solución antes de finales de año. Los partidos serbios han cerrado filas: la pérdida de Kosovo sería una "catástrofe", opinan, no sólo para Serbia, sino para la estabilidad en los Balcanes e incluso en Europa.

En Belgrado, la independencia de Montenegro, que el domingo votó en referéndum abandonar la unión entre Serbia y Montenegro, se ha vivido con tristeza y resignación, pero con normalidad. Al fin y al cabo, era una posibilidad explícitamente prevista en la Constitución. Montenegro, que fue independiente hasta 1918, no era parte de Serbia; a lo sumo, era un satélite.

Los partidos serbios cierran filas: la pérdida de Kosovo sería una catástrofe

Kosovo es otra cosa: muchos serbios ven esta provincia de 1,8 millones de habitantes al sur del país como la cuna de la patria, el lugar donde libraron y perdieron la emblemática batalla contra los otomanos en 1389 que el nacionalismo ha revestido de simbología casi mística. Hoy, sin embargo, más del 90% de habitantes de Kosovo, la zona más pobre de Serbia, son albaneses musulmanes que exigen la independencia.

"Sin Kosovo no existe Serbia", ha subrayado de forma apocalíptica Tomislav Nikolic, el líder del ultra Partido Radical, que encabeza los sondeos en Serbia. Aunque con una retórica menos tremendista, la clase política está en este asunto en el mismo barco. Las excepciones son tan contadas que se han convertido en prácticamente irrelevantes. Una de ellas es Goran Paunovic, europeísta y liberal, que tacha el problema de Kosovo de "gran cáncer de Serbia" y fuente de la mayoría de males que la aquejan. Pero Paunovic acaba de ser expulsado de su partido, G17 Plus, y del Parlamento por exigir su salida del Gobierno ante la incapacidad de arrestar al criminal de guerra Ratko Mladic.

El propio presidente, Borís Tadic, aprovechó el solemne discurso del martes de aceptación de la independencia de Montenegro para dibujar una línea gruesa entre Montenegro y Kosovo. "De acuerdo con la ley internacional, Kosovo pertenece a Serbia, un Estado democrático", recalcó, en inglés, para disipar dudas.

"El entuerto tiene muy difícil solución y puede ser un foco de turbulencias durante muchos años", opina Dejan Anastasijevic, analista del semanario Vreme, quien acompaña su explicación con unos gestos que dejan claro que nadie parece tener la fórmula para resolver el conflicto.

"Hay que encontrar una solución justa para todos, que pasa por que Kosovo tenga prerrogativas de Estado pero sin tocar la frontera", propone Dusan Prorokovic, dirigente del Partido Democrático de Serbia del primer ministro, Vojislav Kostunica, y presidente de la comisión del Parlamento serbio dedicada a Kosovo. Su análisis, compartido por buena parte de los partidos serbios, es muy sombrío en el caso de que Kosovo logre la independencia: augura "turbulencias a toda la región" de los Balcanes.

Los políticos serbios advierten de que las "turbulencias" podrían expandirse mucho más allá de los Balcanes porque podrían multiplicarse las demandas de independencia en todo el mundo.

Muchos ciudadanos están agotados tras tantos años de tensión e independencias. "Me da igual la independencia de Montenegro, y si Kosovo quiere irse, pues que se vaya. Mis problemas son otros: tengo 35 años, una carrera y vivo con mis padres porque no hay trabajo", explica Violeta, filóloga de 35 años. El paro ronda el 30%, y la inflación, el 15%. Cada día, centenares de personas hacen cola en todas las embajadas de la UE en Belgrado, ávidos de visado.

"Estamos hartos. A mí lo único que me interesa es que Serbia entre en la UE y lamentablemente la actitud de la comunidad internacional refuerza a los radicales", añade Mladen, estudiante de 21 años, mientras toma una copa con sus amigos. Mladen se hace eco de una preocupación muy común entre los sectores más liberales: con una Serbia tan herida tras el portazo de la UE, la independencia de Montenegro y quién sabe si la de Kosovo, es quizás más fácil que nunca que los radicales, que ya encabezan las encuestas, lleguen al poder. Sería una pesadilla para los demócratas serbios, pero también para la Unión.

"Negociaciones, no. Autodeterminación", reza una pintada en la ciudad de Istok, en Kovoso.
"Negociaciones, no. Autodeterminación", reza una pintada en la ciudad de Istok, en Kovoso.ULY MARTÍN

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