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MIRADOR
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un mundo imperfecto

Está bien que existan organizaciones independientes sin lucro como Amnistía Internacional para denunciar los abusos a los derechos humanos que se cometen a diario en todo el mundo. Si no las hubiera, los atropellos serían aún mayores tanto en el Primer Mundo como en el Tercer Mundo ya sea por mala conciencia o por temor a sanciones internacionales. El informe sobre 2005 difundido ayer por este grupo apartidista, con sede en Londres, habla del año pasado como uno donde el vaso estuvo medio lleno. Es verdad si ello significa que hubo menos conflictos armados o que incluso algunos países decidieron abolir la pena de muerte. Sin embargo, no lo es tanto cuando se observa con preocupación, como señala AI, que en su celo por combatir la muy seria y real amenaza terrorista, países desarrollados como EE UU y el Reino Unido violan flagrantemente los derechos humanos. Washington, manteniendo el centro de detención de Guantánamo; Londres, con el intento de sacar adelante una discutida ley que permitiría utilizar confesiones obtenidas en condiciones susceptibles de sufrir tortura. También quedan en entredicho no pocos miembros de la Unión Europea por su permisividad en los famosos vuelos ilegales de la CIA.

Todo eso es lo que AI considera como una cínica política de doblez con la que el Primer Mundo se parte, por un lado, el pecho por defender públicamente los derechos, pero por otro los erosiona impunemente. En esa categoría, la organización humanitaria incluye también a España -por cierto, en esta ocasión no recoge supuestos casos de tortura de presos etarras- a la hora de evaluar el trato de nuestras autoridades a los miles de ilegales que llegan a nuestro país.

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