Que no pare la fiesta

La contrabajista Alison Mackay ha elaborado un bello programa alrededor de las Metamorfosis, de Ovidio, por el que se pasean músicas asociadas a Acis y Galatea, Eco y Narciso, Pan y Apolo, Alcyone, Semele o Pigmalión. La orquesta barroca canadiense de instrumentos originales Tafelmusik hace de ello una fiesta. Han cerrado el sábado la XXIX edición del Festival de Música Antigua de Barcelona y anteayer deslumbraron en Aranjuez.

Contagian vitalidad. Tienen tanta naturalidad como fuerza. Las mujeres marcan las pautas. Es el caso de las violinistas Lamon -asimismo, directora del grupo- o Wallfisch. Pero los hombres no se quedan atrás, como el estupendo fagotista Dominic Teresa, que hizo un Vivaldi de antología. Cumplen las voces en sus escenas de Händel o Marais. Asombra la coordinación de la orquesta en un concierto como el de Vivaldi para violín y violín en eco. Sus acercamientos a la chacona y los tambourins, de Marais, son especialmente contagiosos. Una gozada, verdaderamente.