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Reportaje:

Una ley con límites

Sólo una pareja homosexual ha pedido la adopción de un niño, un dato marcado por la imposibilidad de recurrir al extranjero

"Las parejas homosexuales ya pueden casarse y adoptar". Este fue uno de los titulares que saltó a la prensa el 1 de julio de 2005, un día después de que el Congreso aprobara la modificación del Código Civil que permite que dos hombres o dos mujeres se casen. También pueden adoptar niños conjuntamente, porque dicho código deja que lo hagan las personas casadas, los solteros y las parejas de hecho heterosexuales. Esa es la letra de la ley. Ahora, un dato: en Euskadi, sólo una pareja formada por dos hombres ha solicitado, en este caso a la Diputación guipuzcoana, adoptar a un menor. Se trata de una petición de adopción nacional, que se realizó además en julio de 2003, después de que el Parlamento vasco diera luz verde a la Ley de Parejas de Hecho, que autorizaba que las parejas del mismo sexo adoptaran niños.

Las parejas de lesbianas son las que forman "la mayoría" de las familias homoparentales, sostiene Gehitu

Este dato sirve para ilustrar que el texto y la buena intención de la ley chocan con una realidad que, en la práctica, impide que se desarrolle completamente. La adopción nacional cada vez es menor y más lenta, porque apenas hay niños españoles, sobre todo pequeños, susceptibles de ser adoptados. La opción que crece, por tanto, es la adopción internacional, que en el País Vasco se ha multiplicado por 24 en una década. ¿Qué ocurre? Los países con los que España mantiene tratados de adopción internacional vetan a las parejas homosexuales.

"Concurren dos estados, y lo que se reconoce en uno no se tiene por qué reconocer en otro", se lamenta Sergio Iñiguez, coordinador de Gehitu, Asociación de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales del País Vasco. Este problema ya se barajó cuando se aprobó la ley del matrimonio homosexual, por lo que el Gobierno central "se comprometió a explorar qué países podrían ser favorables" a la adopción por parte de parejas gays y lesbianas, recuerda. "De momento, no tenemos noticias de que se haya llegado a algún acuerdo", añade.

Ante esta situación, quienes deciden recurrir a la adopción internacional lo siguen haciendo como antes, a título individual, aunque convivan con una persona de su mismo sexo. Saben, eso sí, que, al menos de momento, deben aparcar la idea de casarse.

La ley, en cualquier caso, ha hecho posible que muchas parejas "regularicen" la relación con unos hijos que en la práctica ya eran de los dos componentes. Se trata sobre todo de parejas de lesbianas, que son las que forman "la mayoría" de las familias homoparentales, según reconoce el coordinador de Gehitu. Estas mujeres tienen hijos de relaciones heterosexuales anteriores o por inseminación artificial. Hasta el pasado año, sólo la madre biológica tenía vínculo legal con el niño. Ahora, al casarse, o registrarse como pareja de hecho, su pareja puede coadoptar al menor.

La norma también ha favorecido a los homosexuales que "hace años" optaron por una adopción internacional individual y ya no están sujetos a una vinculación del niño con el país de origen. Hay países que durante un tiempo guardan "determinadas potestades sobre el menor", explica Iñiguez. Ahora, pueden formalizar una adopción conjunta.

Gehitu carece de datos sobre cuántos homosexuales han reclamado la adopción de los hijos de sus parejas en Euskadi. "No manejamos cifras por voluntad propia, porque trabajamos por los derechos per se, no en función del número de usuarios", argumenta Iñiguez.

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