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Reportaje:AIRE LIBRE

Caminos que surcan el verde

Senderismo en torno al pico Castro Valnera, al norte de Burgos

En los límites de las tierras burgalesas de Espinosa de los Monteros con la Cantabria pasiega se alza una sierra recóndita coronada por la silueta majestuosa del pico Castro Valnera. Hasta hace unas pocas décadas, estas estribaciones de la cordillera Cantábrica se contaban entre las menos visitadas de toda la cuerda montañosa. Tan sólo los pasos de los puertos de los Tornos y del Escudo tenían la asidua presencia de viajeros. Entre estos dos collados se localiza un rosario de picos, valles y aldeas que han permanecido muy poco alterados.

El relieve de esta comarca está dominado por la gran mole de Castro Valnera, con más de 1.700 metros. Desde su cumbre tapizada de praderas se otea la bahía de Santander, los valles pasiegos, los cercanos montes del País Vasco, las crestas palentinas de Peña Labra y hasta los contornos de la sierra de la Demanda. En el mismo cordel serrano se localizan otras cumbres, como las del pico de la Miel, el Cotero y Motas del Pardo, que dan forma junto a los portillos de la Sía, Lunada, Estacas de Trueba y la Magdalena al macizo de Castro Valnera. La vertiente sureña burgalesa se presenta suave, salpicada de cabañas y vacas, mientras que la cara norte de los montes se descuelga vertiginosa, entre abruptos paredones de piedra, hacia los valles cantábricos. Las cabeceras de los ríos Miera, Pas y Pisueña tienen sus nacederos entre estos cantiles antes de socavar los valles de la comarca cántabra de Montes de Pas.

En una y otra falda del monte se ha mantenido hasta hace muy pocos años un original sistema ganadero que ha modificado el paisaje moteándolo de cabañas y corrales de piedra. Cada familia de ganaderos disponía de varias fincas de praderías o branizas en distintas zonas de los valles y los puertos, dotadas con una cabaña cada una, entre las que se practicaba la trashumancia a lo largo del año. Los desplazamientos se denominaban mudas, e implicaban el traslado de la familia, los enseres y el ganado. Todos los puertos y valles de la comarca están conectados por una extensa red de senderos y cañadas. Hasta épocas recientes no existían pueblos en estos montes, tan sólo algunos núcleos de casas en torno a las iglesias, donde se celebraban mercados y ferias. Estas pequeñas aldeas han llegado a consolidarse como pueblos, tras el abandono de la práctica de las mudas.

La cuna de los Monteros

La localidad más importante de la comarca es Espinosa de los Monteros, una villa realenga de aire montañés en la que destaca el castillo de los Condestables y la iglesia de Santa Cecilia. Esta villa se hizo legendaria durante la Edad Media, por ser cuna de los Monteros, cuerpo hidalgo que custodiaba durante la noche las estancias de los Reyes de España. Al norte de esta población, una estrecha carretera se abre camino entre las montañas por la comarca de Las Machorras o de los Cuatro Ríos Pasiegos. El pequeño pueblo de Las Machorras, formado alrededor del santuario de Nuestra Señora de las Nieves, es un buen ejemplo de la conservación del mundo montañés. Desde aquí parten tres carreteras a los portillos de La Sía, Estacas de Trueba y Lunada, que permiten reconocer la comarca y acercarse a aldeas como Las Hoyas, Lunada, Barcenilla, Tramasquera, Rioseco o La Salceda.

Una de las rutas senderistas más interesantes de la zona es la ascensión a la cumbre del pico Valnera (1.718 metros). Un recorrido de unos 14 kilómetros, entre ida y vuelta, con un perfil suave, que permite admirar en uno de los rincones más solitarios y bellos de Castilla y León. La ruta comienza cerca del kilómetro 3 de la carretera BU-570, que sube hacia el portillo de Lunada, por una pista forestal de cemento que lleva a las cabañas de Valnera. El firme del camino se convierte en tierra al pasar por el río Lunada, metido en un barranco que obliga al camino a zigzaguear para ganar altura. Tras las cabañas de El Bernacho, la senda se interna por un hayedo hasta alcanzar el collado de La Canal. Los hitos de piedra marcan la trayectoria a seguir cuando el sendero se pierde entre el pastizal. Los cortados rocosos de la cumbre se precipitan intratables hacia el norte, por lo que superarlos supone rodear la atalaya hasta llegar a un paso de fácil acceso. En la cima esperauna espectacular visión sobre las montañas cantábricas y el verdor de sus valles.

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A lo largo de la ruta se suceden los suaves paisajes de praderas o branizas. Al fondo, el pico de Castro Valnera.
A lo largo de la ruta se suceden los suaves paisajes de praderas o branizas. Al fondo, el pico de Castro Valnera.PEDRO RETAMAR

GUÍA PRÁCTICA

Dormir- El Cajigal de Quintana (947 12 01 35). Quintana de los Prados. Espinosa de los Monteros. Casona montañesa de piedra rodeada de bosques y prados. Habitación doble, 45 euros.- El Prado Mayor (947 13 86 89; www.pradomayor.com). Quintanilla del Rebollar, 53. Quintanilla del Rebollar. Casona de labranza blasonada de finales del siglo XVI, con huerta ecológica. La habitación doble, entre 50 y 56 euros.- Casa Zalama (947 56 59 61). Fuente, s/n. San Pelayo. Merindad de Montija. Casona montañesa con más de 200 años. Habitación doble, 45 euros.Información- Turismo de Burgos (947 27 94 32; www.patroturisbur.es).- Información turística de Castilla y León (902 20 30 30; www.turismodecastillayleon.com).

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