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MÚSICA

Las verdades de Nina Simone

Fue mucho más que una cantante de jazz. Eunice Kathleen Waymon, Nina Simone (por la actriz Simone Signoret), concibió una forma de "aproximación emocional" a la canción que iba más allá de ningún género. Una artista comprometida con su tiempo: la voz que no miente. A los tres años de su fallecimiento, Universal reedita las siete grabaciones que la cantante y pianista realizó para el sello Philips entre los años 1964 a 1967, su periodo más creativo.

Tras dos primeras entregas no demasiado alentadoras -un directo, In concert, del que sólo se salva la versión de I love you, Porgy, y el empalagoso y excesivamente disperso Broadway. Blues. Ballads- se llega al bastante más recomendable I put a spell on you, del año 1965. El hecho de que, en este disco, la cantante cediera el puesto de arreglista a un especialista -Horace Ott- tiene que ver con el magnífico acabado del mismo; cuenta también el repertorio, con predominio del blues sobre el material estándar. Aun así, fue la versión de Ne me quitte pas, de Jacques Brel, lo que le valió a su intérprete una nueva entrada en el hit parade.

La edición de Pastel blues, a los pocos meses del anterior, marcó el inicio de la colaboración entre Nina y Al Schackman, un multiinstrumentista superdotado que llevó las riendas musicales de la cantante como director musical. Fruto del encuentro es este apasionante viaje sonoro a través de las raíces de la música negra, con el único lunar del inacabable y tedioso Sinnerman final.

Let it all out (1966) incluye algunas versiones memorables: Don't explain, Mood Indigo y Love me or leave me, una interpretación ligera y chispeante que acompañó a la cantante a lo largo de su carrera y llegó a ser utilizada en un jingle televisivo. Wild is the wind, del mismo año, incide en la misma temática -el blues en sus diversas formas- con una deriva hacia la canción protesta (Four women).

Con High priestess of soul (1967), Nina Simone inició una segunda carrera como cantante soul. El disco, marcado por la influencia de Ray Charles, contiene números matadores -The gal from Joe's- y una versión de Work song con tambores afrocubanos tan desconcertante, o casi, como la grabada por Raphael un año antes.

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