Admirable iniciativa
El sentido común y la política cultural han salido reforzados de esta operación en la que se han unido por primera vez los seis principales centros líricos del país. Que ello haya sido posible en algo tan difícil como es el estreno de una ópera para niños, distingue esta iniciativa como lo más importante del año operístico en nuestro país, dado el compromiso sociológico y educativo que soporta. La idea surgió de Josep Caminal, cuando era director del Liceo, aunque la gloria del estreno ha correspondido en una maniobra habilidosa al Real de Madrid.
El espectáculo tiene un mérito enorme. Sotelo se deleita en alguna que otra melodía pegadiza sin que su lenguaje musical se resienta por ello. Ibáñez defiende desde el libreto la pasión por la lectura y la imaginación, algo de agradecer. Tambascio cuenta la historia como en sus mejores montajes, con fantasía, con imaginación teatral al servicio de la gente menuda. Y Cerveró dirige con rigor a un grupo de músicos excelentes -Alberola, Garvayo...- y a unos cantantes -Beatriz Díaz, Sandra Fernández, David Azurza...- metidos hasta las cejas en lo que están haciendo. Todos ponen mucho de su parte para el equilibrio global.
Dulcinea
Ópera para niños de Mauricio Sotelo, con libreto de Andrés Ibáñez. Director musical: Joan Cerveró. Director de escena: Gustavo Tambascio. Estreno mundial. Coproducción con ABAO, Liceo de Barcelona, Ópera de Oviedo, Maestranza de Sevilla y Palau de les Arts de Valencia. Teatro Real, Madrid, 18 de mayo, función matinal para centros educativos.
Los resultados son excelentes sin llegar a ser redondos. Pero es al público infantil y juvenil a quien corresponde en esta ocasión el veredicto. Y la reacción fue inequívoca: no se oyó una mosca durante la representación y hubo algarabía después de la misma. Fantástico.
Babelia
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