Insaciable Edmilson
El centrocampista lleva ganados nueve títulos consecutivos desde que alcanzó la Liga paulista con el São Paulo en 1998
A los jugadores que hacen el trabajo sucio en el campo, en Brasil se les conoce como los futbolistas que llevan el piano. O sea, el tipo que barre la medular y roba la pelota al rival para dársela a la estrella del equipo, en corto y al pie, el meritorio que menos luce. "Es decir, en el Barça, soy yo el que lleva el piano", aclara Edmilson, a quien sus compañeros de equipo no dudan en reconocerle su grandeza.
Empezando por Ronaldinho -"es un lujo tener a un tipo como él en el equipo"- y acabando por Valdés - "ha jugado a un nivel impresionante dando una gran sólidez al centro del campo"-, la plantilla ha descubierto al tiempo que la grada a un tipo que se pasó el curso anterior lesionado. "De hecho, para mí, este es mi primer año", reconoce el espigado centrocampista nacido en Taguaritinga en 1976, campeón del Mundo con Brasil en Japón y Corea, y profundamente religioso.
"La fe me ayudó a salir del pozo y cada día le doy gracias a Dios por ello", asegura un hombre que siendo aún un crío, con sólo 14 años, cayó en las redes del alcohol. Hoy es un futbolista ganador. Desde 1998, cuando consiguió en el estadio Morumbi el campeonato paulista, no ha dejado de ganar títulos. Repitió al año siguiente y después se fue a Lyón, donde defendiendo los colores blanco, azul y rojo del Olimpique, y logró tres Ligas y una Copa de Francia consecutivamente: "Súmale las dos Ligas y la Supercopa que he conseguido desde que llegué a Barcelona y ya llevó 9. En París me espera mi copa número 10", advierte antes de hacer memoria.
"Todos los títulos representan una alegría enorme, pero los dos con el Sao Paulo tienen algo especial, porque era joven", asegura. "Teníamos un equipazo y Edmilson era el capitán", recuerda Belletti, que los celebró a su lado. "Sí, no miente Belletti: excepto Rai, que había vuelto de Europa, el resto éramos muy jóvenes: Wagner, Edmilson, Edu, Fabio Aurelio, Rogerio... El primer año, le ganamos al Corinthians y al año siguiente, al Santos. Y en nuestro estadio. Fue fantástico".
Los que ganó en Francia fueron diferentes. "No fue fácil, pero éramos muy superiores". Recuerda el hoy mediocentro blaugrana que el gran problema era ir a jugar a París contra el PSG: "No se me daba muy bien. Creo que sólo gané una vez, pero en el Parque de los Príncipes. En el Stade de France, la sede de la final de la Liga de Campeones, creo que sólo he jugado con Brasil", recuerda al hacer memoria.
Claro que aquello nada tiene que ver con lo que le espera el miércoles. Aguarda el Arsenal de Henry, pero a Edmilson no parece preocuparle en exceso. "Se trata de no darle espacios, eso es básico. Es muy rápido y en carrera resulta muy difícil frenarle", explica el brasileño, que reclama "buenas coberturas en defensa" a sus compañeros como otra de las claves.
Pero Edmilson es muy consciente de que el Arsenal es bastante más que Henry. Y, claro, puestos a destacar a alguien, piensa en el jugador que mueve el piano de los gunners, Gilberto Silva, a quien reconoce su capacidad de trabajo: "Es impresionante. No para. Y jamás se complica la vida al jugar la pelota, que recupera muchas veces por su gran sentido táctico". Eso sí, advierte que con Brasil, Gilberto tiene mucho más trabajo que jugando con el Arsenal, donde, asegura, actúa más arropado: "Hleb, Cesc y Ljunberg ayudan mucho". Es más, si se compara su laboriosidad con la de su compañero, no hay color: "Yo tengo más trabajo en el centro del campo del Barça que él en el Arsenal", señala. "Cuando no tengo que vigilar la subida de un lateral, es el otro el que sube", reconoce medio en broma. Edmilson quiere levantar en París otra copa. Para él, "la décima no tiene precio".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.