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El Gobierno minimiza las diferencias en su seno y niega cualquier atisbo de crisis

Ibarretxe tendrá que explicar en la Cámara los roces en el tripartito a un año de las elecciones

El lehendakari está seguro de que las diferencias surgidas entre los partidos que integran su Gobierno e incluso en el seno de éste son episódicas y tienen reconducción segura. Ibarretxe no cree que tras el cuestionamiento por su propio partido de actos del Gobierno exista una estrategia de desgaste a éste ni a su persona. El desenlace de la ley de Suelo en el Parlamento será decisivo, porque Ibarretxe ha hecho suyo el acuerdo firmado por su consejero Javier Madrazo (EB) y el PSE y le va en ello todo su crédito y autoridad. Nadie cree que, por el momento, las cosas lleguen más lejos.

"La única crisis y el único adelanto electoral que vemos es el de Cataluña". Con esa frase trata Ajuria Enea de disipar las dudas surgidas sobre la unidad y estabilidad del Gobierno tripartito por las diferencias surgidas en su seno, y ahora evidenciadas públicamente, en torno a las leyes de Suelo y Dependencia.

Con la misma contundencia se niega la posibilidad de un adelanto electoral, que el jueves sugirieron los socialistas. El proceso de paz, las elecciones catalanas y las municipales -a seis meses y un año vista respectivamente-, junto con la continuidad de Batasuna en la ilegalidad, hacen impensable, además de innecesaria y desproporcionada a la importancia de lo que ocurre, una salida de ese tipo, se afirma.

La impresión de las fuentes cercanas al lehendakari consultadas es que el desencuentro es puramente coyuntural y reducido a esas dos materias, y será solucionado sin consecuencias traumáticas de ningún tipo. Ibarretxe se afana estos días en solucionar ambas cuestiones, pero no ve indicios de que se trate del inicio de una nueva tónica de comportamiento. "Es algo puntual, han coincidido las dos cosas y eso es todo, se acaba aquí", se asegura. En esa línea se moverán las explicaciones que dé ante la Cámara.

La mayor incógnita es por qué y quién ha decidido dar estas batallas en público, en contraste con la tónica seguida en toda la legislatura pasada, en la que el Gobierno fue salvaguardado de cualquier vaivén. Y también, qué quiere decir ese diferente modo de actuar ahora, prescindiendo del prurito de cuidar por encima de cualquier otra cosa la imagen unitaria del Gobierno.

En Lehendakaritza no se quiere ni contemplar la hipótesis de que el núcleo de poder del PNV en Vizcaya haya tomado la determinación de dar por concluido el ciclo del Gobierno tripartito, lo que incluiría al propio lehendakari, y que estas actuaciones sean los primeros síntomas de un proceso dirigido a cambiar la política de alianzas. Que ambos asuntos conciernan al departamento de Javier Madrazo, estiman las fuentes consultadas, es pura coincidencia. "Se han juntado las cosas, nada más", añaden.

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Tampoco admiten la interpretación de que pueda suponer el comienzo de un acotamiento del terreno de juego a Ibarretxe por parte de su partido o de instituciones como la diputación de Vizcaya. Ésta se ha significado en sus intervenciones sobre la ley de Suelo o frente al acuerdo firmado por el consejero Javier Madrazo con el ministro Jesús Caldera sobre la de Dependencia.

Otras fuentes del tripartito consideran que el test definitivo sobre estas hipótesis se dará en la votación de la Ley de Suelo. Sólo una desautorización de ese proyecto daría lugar a una crisis de alcance, que podría incluso provocar la salida de Ezker Batua del Gabinete. Pero ni en EA ni en EB se cree que las cosas vayan, por el momento, a llegar tan lejos. Ambas, sin embargo, observan un cambio evidente en la orientación de las preferencias del PNV de Imaz en materia de alianzas, ligado a su giro hacia el entendimiento con los socialistas, tanto en Madrid como en Vitoria, dado con la aprobación de ambos presupuestos

En cualquier caso, Ibarretxe está ya en la incómoda situación de tener que comparecer ante el Parlamento, llamado por los dos primeros partidos de la oposición, PSE-EE y PP, para dar expliciones sobre estas diferencias en su Gobierno.

El cuestionamiento ahora de la Ley suelo es el fleco de los recelos que hubo latentes en el PNV en todo el proceso de elaboración del proyecto, afirman las mismas fuentes, seguras de que "va a haber ley de Suelo sin cambios". "Si se introducen, serán mínimos", aseguran.

El lehendakari entiende que su partido actúe de este modo, se afirma, condicionado por la presión de sus numerosos alcaldes, cuyos poderes recorta la ley de Madrazo. El PNV querría con esta último intento de enmienda en la Cámara evidenciar ante ellos, cerca ya de las elecciones municipales, que ha trabajado por sus tesis hasta el final de la tramitación del proyecto y hasta el extremo de sus posibilidades.

Respecto al acuerdo sobre la ley de Dependencia, la impresión en EB es simple: el PNV quería capitalizar ese acuerdo para sí a través de su grupo parlamentario en el Congreso y trata de desdibujar la foto de Madrazo con el ministro Caldera.

Errazti, Ibarretxe, Imaz y Madrazo se saludan tras la investidura del segundo como <b><i>lehendakari</b></i>, el pasado mes de junio.
Errazti, Ibarretxe, Imaz y Madrazo se saludan tras la investidura del segundo como lehendakari, el pasado mes de junio.PRADIP J. PHANSE

Reubicación nacionalista

Todo lo que ocurre en el Gobierno se contextualiza en los movimientos de reubicación que realiza el PNV desde el descenso en las elecciones autonómicas de 2005, intensificados tras el alto el fuego de ETA. Ello incluye la previsión de un cambio en su política de alianzas. Su primer paso fue el acuerdo presupuestario con el PSE, aceptado con poco entusiasmo por el Gobierno.

Las diferencias son patentes entre el PNV y EA y pueden arrastrar a su fin a la coalición electoral que mantienen desde 2001. En los matices, prioridades y acentuación de unas ideas u otras, esas diferencias alcanzan también a los discursos de los propios Imaz e Ibarretxe.

EB, la principal afectada por los cuestionamientos promovidos por el PNV, puede convertirse en el primer estorbo para de un entendimiento más avanzado con el PSE. Las fuentes consultadas coinciden en que es demasiado pronto y hay demasiados citas urgentes como para que se abra una crisis de ese tipo, pero también recuerdan cómo forzó el PNV la salida del Gobierno de los socialistas en 1998 o cómo sacó a EA en 1991 del Ejecutivo por unas mociones municipales sobre el derecho de autodeterminación.

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