La casa de todos
Decir que el Congreso es la casa de todos puede parecer una obviedad; decir que es el lugar donde todos los españoles están representados, igualmente. Decir que es el lugar donde todas las voces han de escucharse, pues representan las voces de los ciudadanos españoles, es más que evidente, y a pesar de esto existe un grupo político que una y otra vez se empeña en olvidarlo.
No dejan que el resto de parlamentarios pueda expresar sus ideas y que éstas sean escuchadas por los ciudadanos, recurriendo habitualmente a la táctica de patio de colegio de abuchear, gritar y patalear. No sólo meten ruido; a veces, también, insultan. Siendo el improperio no sólo dirigido al político de turno, sino, como debería ser de nuevo obvio, a los ciudadanos que éste representa.
Recordemos que con el anterior Gobierno, el Parlamento apenas existió como centro del debate político, al menos en la medida que lo es ahora, con un pleno televisado todos los miércoles. No sorprende que utilicen la misma táctica una y otra vez, es que apenas es lo único que se les oye. Ninguna idea o propuesta, sólo crítica y ruido. Incluso parece que la expulsión del señor Pujalte estuviera ya preparada.
Esta falta de comportamiento indica una falta de respeto hacia el lugar donde, con nuestro voto, elegimos ser representados, dando muestra de una inmadurez democrática. Esta actitud le hace a uno que pensar, dando pie a dudar del compromiso democrático de los componentes del Partido Popular. No todo vale en política, nuestra confianza democrática viene dada por la imagen que reflejan nuestras instituciones. Basta de jugar con ellas. Seamos responsables, por favor.- Julián Campo Llopis.
No sé hasta dónde vamos a llegar. Quiero seguir pensando que muchos ciudadanos y ciudadanas españoles sentimos rabia, impotencia, incredulidad, indignación, al ver, oír y escuchar las cada vez más frecuentes algarabías -por llamarlo de manera educada- que se montan ya en distintos hemiciclos, no sólo en el Congreso. Y surge inmediatamente la pregunta: los causantes de tales desbarajustes democráticos ¿en qué principios democráticos basan semejantes actitudes? ¿Por qué sus jefes no les llaman al orden? Ya se sabe, el silencio otorga.
Lo contemplado el jueves en el Congreso no tiene parangón y quiero seguir pensando, también, que muchos españoles no pasamos de actuaciones incalificables, mofas injustificables llevadas a cabo por un diputado que fue expulsado, con sobrados argumentos, por parte del presidente del Congreso. Asimismo, quiero seguir pensando que en las filas del partido de la oposición hay muchos diputados y diputadas que contemplan abochornados cómo se comportan sus compañeros de partido en muchas sesiones parlamentarias.
Quizá sería conveniente proponer que en las distintas formaciones políticas se hicieran cursos de capacitación democrática para que los aspirantes a representantes de la ciudadanía, de ser elegidos, tuvieran clara su misión.
Y quizá sería mejor, viendo lo que se nos está cayendo encima, que, previamente, se les hablara de la existencia de las normas básicas de educación para que, una vez aprendidas, las pusieran en práctica.
M. Teresa de Febrer y de Olivar
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