_
_
_
_

Los viejos escándalos no tuvieron final feliz

Andrea Rizzi

TRAS LOS FUEGOS ARTIFICIALES que acompañan a los escándalos de estafas masivas empieza un calvario en solitario. "En cuanto lo escuché por televisión, aquel 14 de junio de 2001, me planté en la sede de Gescartera a pedir un certificado del dinero que tenía invertido. Fue el primer paso, y después ya llegó el trasiego de papeles, copias y más copias de documentos, cartas a Gescartera, a la CNMV, ¡hasta al ex ministro Rato! Para acabar en ADICAE, junto al resto de afectados, y recuperar sólo tres de mis cinco millones. El resto lo sigo peleando, pero ya no recibo ni respuestas", cuenta Isabel Sánchez, afectada en el caso Gescartera, el escándalo financiero más grave de los últimos años, que volatilizó 18.000 millones de pesetas de unos 2.000 ahorradores y entidades privados. Son centenares de miles de víctimas de estafas varias: desde Sofico hasta Gescartera, pasando por AVA, Eurobank, G. Brokers...

"Estas historias no pueden tener final feliz", observa José Cotón, de 52 años y cliente de Eurobank en el verano de 2003, cuando el Banco de España decidió intervenir el ente financiero. Incluso si, como en el caso de Cotón, se recupera todo el dinero, la parábola de desasosiego, frustración, negociaciones y a veces depresión no tiene indemnización.

"Al principio de esta historia caí en una depresión bastante gorda, tuve que tomar Prozac", recuerda Cotón, que tenía depositados en Eurobank 120.000 euros. "Con ese dinero quería comprar una nave para mi actividad empresarial. No pude, evidentemente". Un problema, sobre todo considerando que, dos años después, la misma nave -o el mismo piso- no valen el mismo precio.

Pero las consecuencias trascienden los aspectos materiales de la vida. "Son situaciones que generan tensión, que afectan a las relaciones... hubo un tiempo en el que mi mujer me echó en la cara el haber metido el dinero allí...". Incluso ahora, con el dinero recuperado, y tras dos años de batallas al frente de una asociación de afectados, Cotón afirma haberse "quedado con una psicosis. He llegado a repartir mis ahorros en 12 entidades diferentes y me planteo depositar mi dinero en Alemania, donde los fondos de garantía cubren más", dice.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_