¿Qué pasaría si una carretera atravesara del Prado?
El autor critica la decisión del Gobierno regional presidido por Esperanza Aguirre de cerrar la M-50 por debajo del monte de El Pardo y la inminente ampliación de la M-501, conocida como la 'carretera de los pantanos', así como la presión urbanística alrededor del futuro parque nacional del Guadarrama.
Imagínense que un Gobierno anuncia que va a construir una carretera que obligatoriamente tendrá que atravesar el Museo de El Prado. Imagínese que la justificación de esta tropelía fuese que miles de conductores madrileños se van a beneficiar directamente ya que hasta ahora han tenido que hacer un rodeo muy grande para llegar a sus destinos. ¿A que sería un escándalo?
Siga imaginando. Ahora sólo tiene usted que cambiar una letra: cambie El Prado por El Pardo. Es decir, imagine que lo que se pone en riesgo no es el patrimonio artístico de la ciudad, sino el patrimonio natural de la región. Pues la justificación que esgrime el Gobierno de Esperanza Aguirre para cerrar la M-50 por debajo del monte de El Pardo es la misma que hemos utilizado en nuestro ejercicio imaginativo del primer párrafo. ¿A que debería ser un escándalo?
Hemos oído decir que el túnel no tiene por qué molestar a los animalillos
El PP no ha dudado en mentir y utilizar una enorme maquinaria propagandística
Pues en este caso no lo es. Ni en el del desdoblamiento de la M-501, ni en la ausencia de políticas de ahorro de agua, ni en la de desarrollo de las energías renovables, ni en la presión urbanística en el futuro Parque Nacional del Guadarrama. No pasa nada. Todo tiene explicación.
Claro que las explicaciones se sostienen con alfileres. Tienen tal grado de elaboración y sofisticación como la que se utiliza para justificar el cierre de la M-50. Hemos podido oír y leer cómo el Gobierno defiende la idea de que el ecosistema no se verá afectado ya que el túnel va por debajo, es decir, que no tiene por qué molestar a los animalillos y a las plantas que están en la superficie. Las tres enormes chimeneas que se instalarán, el hormigón y el cemento, el trasiego de maquinaria pesada para la construcción, el movimiento de tierras, la generación de residuos, la circulación de decenas de miles de coches y las emisiones a la atmósfera, etcétera., son sólo detalles sin importancia para el Ejecutivo de Aguirre. ¿De verdad alguien cree que los ecosistemas de un parque regional no se van a ver afectados por esta infraestructura tan dañina ambientalmente como socialmente inútil?
Veamos las sólidas argumentaciones del Gobierno en el caso del desdoblamiento de la M-501, más conocida como la carretera más ecológica de Europa, desde que el consejero de Medio Ambiente la rebautizase. Una de las medidas previstas por el Gobierno para reducir el impacto ambiental de este proyecto en una zona de incalculable valor ecológico es la existencia de pasos inferiores, por los que los animales (incluido el lince ibérico) podrán cruzar la carretera sin peligro de atropellamiento. Como idea no está mal, aunque habrá que ver cómo les enseñan a cruzar por donde deben, teniendo en cuenta las dificultades que entraña organizar un curso de educación viaria o implantar el carné por puntos para la fauna de la zona.
Las argumentaciones simples no se limitan a minimizar el impacto de las infraestructuras; también pueden utilizarse en problemas aún más acuciantes que los de la protección del entorno, por ejemplo en la gestión del agua. Cuando el Gobierno regional le pide a la ciudadanía madrileña que ahorre agua a través de los anuncios de televisión, merece un premio a la publicidad creativa. Lo que quiere decirnos Aguirre con esos anuncios es algo más o menos así: sufrido contribuyente, aunque ZP no nos quiera entregar el agua que nos corresponde por derecho a los madrileños, usted ahorre, por favor, que si no ni vamos a poder abastecer de agua a las 500.000 nuevas viviendas proyectadas para 2012, ni a los 28 campos de golf que existen en la actualidad, ni a los treinta y tantos previstos para esta década.
Un informe de la Cámara de Cuentas ha avisado de que en 2006 sólo está garantizado el abastecimiento para el 88% de la población madrileña, disminuyendo el porcentaje hasta el 70% en 2015 y hasta el 60% en 2020. El sentido común recomendaría poner en práctica medidas de ahorro y de eficiencia en la gestión, pero las políticas del PP son más imaginativas.
Tanto desde el Ayuntamiento de Madrid como desde la Comunidad, se ha anunciado el compromiso para que las piscinas puedan ser llenadas y los campos de golf bien regados, de cara a garantizar el derecho a la libertad de ocio de unos pocos.
Aunque la peor parte de la gestión de Aguirre se la lleva el medio ambiente madrileño, también es preocupante cómo ha conseguido inundar el debate público de medias verdades y argumentos simples. El PP ha pretendido construir artificialmente una realidad a la medida de sus proyectos y no ha dudado en mentir a la ciudadanía y utilizar de forma machacona una enorme maquinaria propagandística.
Todo, en pos de justificar la barbarie ambiental que supone su insostenible modelo de desarrollo.
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