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Tribuna:¿PUEDE REDUCIR ESPAÑA SU DEPENDENCIA DEL PETRÓLEO? | DEBATE
Tribuna
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Difícil a corto y medio plazo

El petróleo es el negocio más grande y difundido del mundo. El "hombre del hidrocarburo" muestra muy poca voluntad a renunciar a viajar solo en uno de los dos (o más) coches familiares, a "calentarse" o "enfriarse" (según el caso) en su vivienda habitual o residencia de verano (después de estar torrándose horas al sol en la playa), a renunciar en suma a lo que considera no sólo comodidades "energéticas" sino partes esenciales de su forma de vida.

Plinio, en el primer siglo después de Cristo, decía del petróleo que cortaba hemorragias, cicatrizaba heridas, curaba las cataratas, curaba el dolor de muelas, el catarro crónico, cortaba la diarrea, aliviaba el reumatismo y la fiebre, etcétera.

España depende al 75% de los hidrocarburos, frente al 50% medio de la Unión Europea
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El futuro es un cóctel de fuentes energéticas

Hoy, el petróleo (los hidrocarburos) da dolor de cabeza a quienes tienen que debatir sobre cómo cambiar, sustancialmente, este modelo energético insostenible. Si la historia es la lucha del hombre por la posesión de la energía, estamos ante el principio de la historia no ante el fin de la misma.

La nuestra es una sociedad del petróleo (y gas) y tanto por precio como por sus efectos climáticos tiene que dejar de serlo. El asunto es cómo, poco a poco, nos vamos desprendiendo de esta dependencia de las fuentes energéticas hoy por hoy básicas en el modelo de sociedad elegido.

Deshacerse de esta dependencia del petróleo y del gas será, a corto plazo, prácticamente imposible para los países que no poseen estas fuentes en sus territorios. El coste de la búsqueda de fuentes sustitutivas será elevadísimo mientras no se produzca un gran avance tecnológico.

El modelo energético español tiene una gran dependencia de los hidrocarburos. Según el documento del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética en España 2004-2012 (E4) la dependencia energética de nuestro país se aproxima al 75% frente al 50% medio de la UE, lo que con toda probabilidad generará riesgos inflacionistas y desequilibrios macroeconómicos de gran impacto, ya que, en un país "endeudado" como el nuestro cualquier subida de los tipos de interés causará graves contracciones del consumo privado y por ello del PIB.

El consumo del petróleo y del gas, que son las fuentes más utilizadas en España (58,1% y 16,5%, respectivamente en 2005) se estima que crecerá a una tasa conjunta del 2,25% anual para los próximos años, frente a un crecimiento del total de la energía final del 2,6%, por lo que el peso de los hidrocarburos pasará del 74,6% en 2005 al 72,9% en 2011.

La elasticidad del consumo de energía primaria respecto al PIB (porcentaje de crecimiento de la energía primaria dividido por el porcentaje del crecimiento del PIB) fue en España de 1,24 para los últimos 25 años, lo que quiere decir que habiendo aumentado el PIB un 43,7%, el consumo de energía primaria lo hizo en el 54,4%. Mientras que en los países europeos la intensidad energética desciende (consumo energético / PIB) en España se observa la tendencia contraria. El mayor equipamiento que acometió la economía española, la convergencia en renta y bienestar de los españoles respecto a los europeos y los bajos precios energéticos mantenidos desde 1985 hasta mediados de los noventa, provocaron menores inversiones y cierto despilfarro energético.

La rigidez del sector transporte en relación a los precios energéticos (una subida de precios reduce muy poco el consumo energético), debida a la concentración del transporte de mercancías por carretera, hace pronosticar un crecimiento del consumo de energía final de este sector en un 3%, tasa muy similar al crecimiento medio del PIB esperado para los próximos años.

El informe WETO (Energía mundial, tecnología y perspectivas de una política del clima) financiado por la Comisión Europea, pronostica que la dependencia energética de los hidrocarburos alcanzará en Europa Occidental el 65% del consumo de energía en el año 2030. España, hoy 25 puntos por encima de Europa, reducirá las distancias pero será muy difícil situarse debajo de la media europea.

Ante este panorama, no es de extrañar que existan importantes preocupaciones sobre cuál ha de ser el modelo energético sostenible de nuestro país. En el documento de la Comisión Europea Controlemos nuestra dependencia se reconoce abiertamente que, de no tomarse las medidas oportunas, de aquí a 20 o 30 años, la energía tendrá un impacto medioambiental insostenible y la dependencia energética del exterior irá incrementándose hasta alcanzar un 70% por término medio para Europa (hoy esa dependencia es del 50%)

El debate energético ya no puede limitarse a la esfera nacional, ha de llevarse a cabo a escala europea. Aún con un crecimiento del PIB español del 2,5% para los próximos años y una elasticidad de la demanda de energía de 0,8 (no de 1,24 como en los últimos 15 años), la demanda de energía en nuestro país crecerá al 2%, lo que indica que en 36 años se duplicará. En el debate energético tendremos que incluir todas las fuentes posibles de energía como sustitutivas de las de los hidrocarburos, las renovables e incluso la nuclear (considerando que el uranio es abundante, según sus necesidades, autóctono y de bajo coste, que es mucho considerar).

El PER (Plan de Energías Renovables 2005-2010) apunta que el 12,1% del consumo de energía primaria en el año 2010 sea abastecido por las energías renovables. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en el año 2005 el coste de generación del Pool eléctrico fue de 6,25 céntimos de euro el kilovatio/hora y el del Régimen Especial fue de 10,76 céntimos.

En opinión del MIT (Massachusetts Institute of Technology) es probable que se necesite recurrir a todas las fuentes de energía y en consecuencia sería un error excluir la energía nuclear como una opción para reducir la dependencia energética del petróleo y para minimizar las emisiones de dióxido de carbono procedentes de la generación de energía. Un incremento de la generación eléctrica con esta fuente requiere la aceptación por parte de la opinión pública pero hoy la mayor parte de los españoles y europeos se oponen a dicho incremento de la producción; sin embargo, no por ello debería dejar de ponerse sobre el tapete un debate nuclear.

Concluyendo: será muy difícil, por no decir imposible, sustituir el petróleo como principal fuente energética a corto y medio plazo, será caro, incrementará el proteccionismo energético y tendrá que hacerse con un importante cambio en los hábitos de los ciudadanos y consumidores o accionistas de las empresas energéticas.

Álvaro Blanco es economista.

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