Hermoso de Mendoza no falla
Pablo Hermoso de Mendoza se ha convertido en un seguro de vida por donde respiran los aficionados. Es un torero dotado de esa grandeza mítica que no se puede rebuscar ni en las campañas de mercadotecnia de los apoderados, ni en el ingenio de las obsoletas estructuras de un espectáculo que ha de basar su grandeza en el toro íntegro y en esa ambición innata de las grandes figuras. De nuevo ayer, Hermoso de Mendoza puso ese abismo suyo entre él y los demás, aunque compartiera cartel con el esperadísimo Morante y el futuro que tantos adivinan en la estela de Cayetano, un novillero con empaque y con sentido de las distancias pero que se las vio con dos utreros impotentes.
El jinete estellés se encontró de primeras con un torete acobardado. Hubo detalles a lomos de Chenel, pero en el cuarto, un astado de gran belleza, logró momentos de inaudita expresividad con Merlín, un equino de crines doradas con el que toreó con guapeza. Después, se entretuvo en muletear con Silveti y en cortar dos orejas, que demostraron de nuevo que Hermoso de Mendoza no falla. Morante se dejó ver con su primero en una labor intermitente. Después, ante un toro atónito, se desdibujó entre la impostura y la desesperación.
Varias / Hermoso, Morante, Cayetano
Toros para rejones de Los Espartales; para lidia ordinaria, astados de Núñez del Cuvillo y utreros de Daniel Ruiz, desiguales. Hermoso de Mendoza: silencio y dos orejas. Morante de la Puebla: saludos tras aviso y pitos. Cayetano: ovación en ambos. Plaza de toros de La Ribera. Corrida extraordinaria. 6 de mayo. Más de media entrada.
Babelia
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