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Columna
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¿Tony?

Manuel Rivas

Blair justificó sus más polémicas actuaciones internacionales con un argumento enternecedor: no había que dejar solo a Bush. Hablaba con el sentido de un aliado piadoso y pedagógico. He oído una voz, venía a contar Blair, y la voz me ha dicho: vete con George, ya sabes cómo se pone en solitario. La voz podría ser del padre de Bonanza, pero en cualquier caso sonaba bíblica. Había que acompañarlo, aunque fuera a un infierno, y en el camino hacer de él un hombre más compasivo, pulirlo, e informarle de unas cuantas cosas importantes que estaban pasando fuera del rancho, como el sida, el cambio climático o el Tribunal Penal Internacional.

(Quizá es inevitable la guerra en Irak, George, pero conviene firmar el protocolo de Kioto. Irak, Kioto, murmuró George. Le gustaban. Sonaban como dos onomatopeyas, como dos gorjeos al fondo del jardín. El planeta Tierra era muy curioso. Esa noche había estado observando una esfera. Estaba sembrada de palabras apropiadas para apodar a los caballos. ¡So, Irak! ¡Quieto, Kioto! ¿Qué pasa con el clima, Tony?, preguntó finalmente George. Pues pasa que está cambiando, dijo Tony. Sí, ya veo, aseveró George. Desde el ventanal se veía la efusividad neo-pop de los rododendros y los racimos rosados del árbol de Júpiter. Es un día espléndido, comentó George. ¡Oh, sí, magnífico!, asintió Tony. Y entonces George tomó la iniciativa. Era peor orador, pero sabía más chismes. Le contó lo que Truman entendía por liderazgo: "Hacer que otros hagan lo que no quieren hacer y que además lo hagan con gusto". Tony reaccionó con esa paradoja mímica que llaman la risa congelada).

No hay ninguna actuación relevante en Bush que se aproxime lo más mínimo a la idea humanista de la globalización pretendida por la Tercera Vía, la alternativa con la que arrancó el nuevo laborismo para recuperar la puntualidad del Reino Unido. Una gran mayoría social respaldó esa esperanza. Cuando oyó la voz, Blair no dejó sólo a Bush. Nunca fueron a un lugar llamado Kioto. Entre las traviesas de la Tercera Vía crecieron los hierbajos. A la vuelta, Bush era Bush. ¿Y el otro? No es que los conservadores británicos estén ganando. Lo que sucede es que los laboristas están liderados por un desconocido llamado Tony Blair.

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