¿Sin derbi?
Los equipos vascos de fútbol andan de capa caída y al borde del descenso. Que bajaran los tres sería un Acontecimiento Histórico capaz de generar no un bucle, sino tirabuzones melancólicos. A mí, si les soy sincero, no me importaría. Igual servía para que se nos bajaran los humos. Caput en nuestro deporte rural por excelencia, en aquel en el que se cimentaba nuestro poderío racial antes de que la raza se convirtiera en folclore y los aizkolaris y los segalaris apareciesen en la prensa.Y digo que era nuestro deporte rural por excelencia porque era, ante todo, el deporte bilbaíno. ¡Ah, qué berrinches he visto yo a mi alrededor cuando decían en la tele franquista aquello de "los vascos se enfrentan a los donostiarras"! A veces pienso que el hipernacionalismo guipuzcoano, tan sui generis, tiene su origen en esa frase, en ese agravio. ¿Vascos ellos?, ni hablar, para vascos nosotros. Y a partir de ese momento, el deporte del patatal -el balompié- fue sustituido por el auténtico deporte rural. Las consecuencias están siendo demoledoras y ahí los tienen, a los tres equipos vascos, a punto de bajar a segunda.
Guipúzcoa se está quedando algo descolocada en su nueva situación histórica
Pero podría igualmente ocurrir que bajara sólo alguno de nuestros equipos y que nos quedáramos sin derbi. Ya me perdonarán los alaveses, pero desde aquí, desde el país giputxi, el derbi es el que enfrenta al Athletic y a la Real. Hace un par de años, hice un despliegue lírico sobre este último equipo en una columna que celebraba su subcampeonato de liga. Era uno de esos arrebatos que me dan de vez en cuando para tratar de levantar la moral de mis paisanos, y quise hacer de aquella buena campaña un símbolo del despegue donostiarra y de su prometedor futuro. Bien, pues ya ven dónde estamos un par de años después, de modo que me ahorraré cualquier derrame emocional, no vaya a ser que sea portador de algún gafe. Y, en efecto, ya ven cómo estamos: a punto de quedarnos sin derbi. Permítanme una extrapolación de esta palabreja, que lo mismo vale ya para un concurso de perros. La rivalidad entre el Athletic y la Real refleja, en realidad, la existente entre los dos territorios pata negra de esta Comunidad. Se trata de una rivalidad interna, aunque tengo la impresión de que también eso se acaba y de que nosotros, los guipuzcoanos, estamos a punto de quedar fuera de juego. Ya saben, baja del tren el forastero y pregunta: ¿Wichita? Y le señalan con el dedo a la lejanía y le indican: allí.
Luego resulta que en Wichita se vive estupendamente, que tenemos los mejores indicadores socioeconómicos, el menor índice de paro, la mayor renta per cápita, la mejor calidad de vida, y los pisos más caros. Pero empieza a quedar un poco a desmano. Y Guipúzcoa, tan orgullosa de constituir el núcleo fuerte de una identidad transhistórica, se está quedando algo descolocada en su nueva situación histórica. Ninguna de las iniciativas que surgen en su capital parece tener interés por sí misma si no paga una especie de peaje ideológico al Gobierno del nuevo territorio que nos engloba, peaje que no tienen que pagar las demás capitales. Me refiero al proyecto para el museo de San Telmo, aunque algo similar puede ocurrir también con Tabacalera. Y vamos a tener un tren de alta velocidad que más parece que vaya a pasar por aquí que llegar aquí. Hace unos días se publicaba en este periódico un artículo de gran interés sobre el nuevo puerto de Pasajes. Entre las tres opciones que se han barajado para esta infraestructura, las dos autoras del artículo consideraban la menos válida aquella por la que parecen inclinarse las autoridades guipuzcoanas. El artículo me pareció muy razonable y no pretendo entrar a discutirlo. Sólo quiero destacar aquí unas palabras del mismo: "En este sentido, desde una perspectiva de equilibrio territorial y visión global cabe preguntarse si es necesaria otra gran infraestructura portuaria -además de la bilbaína- en el territorio de la CAPV". Cuando Guipúzcoa era una provincia no cabría hacerse semejante pregunta, pero sí cabe hacerla ahora que es un territorio histórico, es decir, cada vez más territorio y cada vez menos histórico. ¿Estamos sabiendo situarnos en la nueva realidad?
Así como en el fútbol los vascos eran los bilbaínos, lo mismo creo que ocurre en cualquier otra parcela de realidad que consideremos. Y esto no quiere ser una crítica. En contra de lo que pensamos los guipuzcoanos, que consideramos Euskadi una especie de extensión de nuestra pureza idiosincrásica, la auténtica vasquidad pasa en realidad por otro sitio. Tengo la impresión de que se articula en torno a un eje central Bilbao-Vitoria y que va a ser potenciada la parte de nuestro territorio que se inclina hacia el mismo. Vivimos muy bien, sí, pero podemos quedarnos sin derbi.
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