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Necrológica:EN MEMORIA DEL ECONOMISTA JOHN KENNET GALBRAITH | NECROLÓGICAS
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

El iconoclasta más sugerente

Emilio Ontiveros

Con la desaparición de John Kennett Galbraith, a los 97 años, se pierde a uno de los economistas más sugerentes y provocadores, al tiempo que una de las personalidades más influyentes en la política estadounidense del siglo XX. En ambos campos, la economía y la política, Galbraith dejó notar su singular personalidad. En el primero a través de más de treinta libros, muchos de ellos verdaderos best sellers, y numerosos artículos.

Su proyección política, ya fuera como embajador en India, durante el periodo presidencial de John F. Kennedy, o a través de su condición de consejero de presidentes y senadores, siempre le mantuvo en las posiciones más progresistas. Así ocurrió en la temprana y muy activa comparecencia contra la guerra del Vietnam.

Aunque sirvió para las administraciones de Franklin Roosevelt, Harry Truman, John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson, fueron sus años como embajador en India, entre 1961 y 1963, los que le dieron una mayor proyección y alguna oportunidad literaria. De esos años data su primera incursión novelística y las excelentes relaciones que mantuvo con los primeros gobiernos de aquel país, paralelas a las críticas a la Administración británica por la división final del país.

Su verdadera proyección internacional, sin embargo, desde luego en España, llegaría de la mano de sus libros de economía más difundidos, a la sazón los más críticos contra las inconsistencias, no sólo teóricas, del sistema capitalista en su versión más genuinamente americana. En el primero de ellos, La sociedad opulenta, Galbraith se manifestaba como digno sucesor de los Institucionalistas, con Thorstein Veblen, John Commons y Wesley Mitchell a la cabeza. En realidad era considerado el último de los institucionalistas americanos.

Las asimetrías entre los pesos que tenían los sectores público y privado de la economía americana, así como el cuestionamiento de la soberanía del consumidor, pieza central de las entonces corrientes económicas dominantes, fueron los ejes en torno a los que giró buena parte de la argumentación de esa obra, algunos de ellos ya explícitos seis años antes en El capitalismo americano: la teoría de los precios.

La segunda obra ampliamente difundida en nuestro país fue El nuevo Estado industrial, y, quizá, la de más amplia circulación entre los universitarios españoles de primeros de los setenta. La concentración del poder de mercado de las grandes corporaciones, el alejamiento de la competencia perfecta, el creciente divorcio entre propiedad y control de esas empresas, la consolidación de la tecnoestructura fueron algunos de los argumentos centrales de ese trabajo que sintonizaban con algunas corrientes europeas en el estudio de la economía industrial de entonces. Esa misma línea argumental se mantendría en otro de los libros, Economía y el bien general.

Los lectores no economistas tuvieron ocasión de verificar la capacidad pedagógica de Galbraith en la serie de televisión para la BBC, proyectada en España y posteriormente editada en libro, La era de la incertidumbre, o en el más reciente Una breve historia de la euforia financiera, obra continuadora de aquel otro esfuerzo de síntesis que supuso su historia de la crisis de 1929, El gran crash.

Trabajos todos ellos muy distintos a sus estudios de agricultura con los que se acercó a la economía, durante el periodo preuniversitario en su Ontario natal, y más tarde, ya en Estados Unidos, en la Universidad de Berkeley, antes de que concluyera su doctorado en Economía, en 1934. Distintos también a aquellos otros trabajos vinculados al control de precios que llevó a cabo durante la II Guerra Mundial, en su condición de subdirector de la oficina pública correspondiente.

Tras un año como profesor de Princeton, ha permanecido vinculado a la Universidad de Harvard desde 1948, los últimos años como profesor emérito. Ese marcado contraste con las orientaciones más ortodoxas y formalizadas no impidió que, a pesar de algunas criticas, alcanzara la presidencia de la muy respetada American Economic Association en 1971. En 2000, Clinton le concedió la Medalla Presidencial de la Libertad, el mayor reconocimiento civil en EE UU.

Deja dos libros biográficos, uno directamente reconocido como tal, A life in our time, y otro no menos sugerente, Annals o an abiding liberal.

John Kenneth Galbraith, en Barcelona en 1998.
John Kenneth Galbraith, en Barcelona en 1998.MARCEL·LÍ SÁENZ

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