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El reclamo de los 80 dólares

Jesús Mota

El informe bianual del Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó el miércoles 19 de abril su informe bianual que avanza las previsiones de crecimiento económico mundial que incluía varias afirmaciones sorprendentes. Una de ellas, aunque esperada, provocó un cierto revuelo: "El dólar estadounidense necesita depreciarse significativamente respecto a los niveles actuales". Otra se enunciaba en forma de amenaza: "Con el reciente aumento de las incertidumbres geopolíticas en Oriente Próximo, los datos de los mercados de opciones sugieren riesgos alcistas, con un 15% de probabilidades de que los precios remonten sobre los 80 dólares barril a mediados de 2006".

El 15% es un porcentaje no demasiado elevado, por decirlo en términos moderados. De hecho, existe un 30% de probabilidades reconocidas de que el precio del petróleo baje por debajo de los 70 dólares en el mismo plazo. En resumidas cuentas, que el mensaje lanzado urbi et orbi por el FMI es que el petróleo se encarecerá todavía más en los próximos meses, a pesar de lo cual la previsión de crecimiento de la economía mundial es del 4,9% -tal contradicción se explica por el elevado crecimiento de China, India y Rusia-; y que, por lo tanto, cabe deducir que los efectos del choque petrolero se sentirán más en los países occidentales (Europa y Estados Unidos) y Japón.

El mensaje del Fondo sobre el petróleo provoca interpretaciones chocantes. Una versión posible es que el FMI sostiene implícitamente que el precio del crudo seguirá subiendo como efecto del crecimiento de la demanda energética de China e India. Es decir, que el precio seguirá subiendo como consecuencia del aumento de la demanda... cuando la OPEP, por ejemplo, empieza a transmitir que la demanda mundial de crudo está descendiendo. Además, el énfasis [inoportuno] del Fondo en la hipótesis de los 80 dólares puede actuar al mismo tiempo como un reconocimiento implícito de que el precio del petróleo es un factor independiente de cualquier factor moderador a corto plazo.

Que la oferta y la demanda sean inelásticas al precio no significa que no pueda actuarse sobre él; por ejemplo, liberando las reservas nacionales -como ha sucedido en Estados Unidos- o aumentando las inversiones en exploración.

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