"Era más bonita en la Nova Mar Bella"
El buen tiempo acompaña el inicio de la Feria de Abril, que sirve a las entidades para cubrir los gastos de todo el año
"La feria era más bonita en la Nova Mar Bella: con su playa, su albero, sus caballos... Pero no nos podemos quejar". Alberto Mejías y el resto de los socios del centro cultural andaluz Brumas del Rocío, de Terrassa, han trabajado durante dos semanas para poner a punto una caseta acogedora. El año pasado, la entidad no pudo participar en el real; así que ésta es la primera vez que se instalan en la explanada del Fórum de las Culturas, a caballo entre Sant Adrià y Barcelona.
Para Brumas del Rocío, igual que para el resto de las hermandades y los centros regionales, la Feria de Abril de Cataluña es una oportunidad para cuadrar los números: con los beneficios que obtienen durante 10 días de fiesta, sufragan los gastos de todo un año. Esto incluye los cuadros de baile -hay que pagar a los profesores- y, sobre todo, las excursiones a Almonte (Huelva) con motivo de la romería de la Virgen del Rocío. Mejías sabe bien que la lluvia es el enemigo tradicional de este acontecimiento y por eso reza para que, Dios mediante, el "buen tiempo" les acompañe. A más sol, más visitantes, y a más visitantes, más ingresos.
De momento, la meteorología está del lado de la feria. Sólo el viernes por la noche, en el momento de la inauguración, algunas gotas de agua primaverales hicieron temer que la 35ª edición de la Feria de Abril, la más grande de su historia en metros cuadrados, también estaría pasada por agua. Fue sólo un susto. El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, y los alcaldes de Barcelona y Sant Adrià de Besòs, Joan Clos y Jesús María Canga, asistieron al tradicional alumbrado del real, que tiene más de 100.000 puntos de luz. Polémicas aparte, los tres políticos socialistas posaron junto al presidente de la FECAC, Francisco García Prieto, y acudieron puntuales a su cita con un electorado que tradicionalmente se asocia al PSC más que a ningún otro partido del mapa político catalán.
La noche del viernes la actividad fue intensa y se vivió el ambiente propio del primer fin de semana de feria: la noria giró, los zapatos taconearon en los escenarios y corrieron el fino y la manzanilla. Este año, la organización ha decidido dar un pequeño golpe a la libertad de mercado al unificar el precio de algunas bebidas. El objetivo es que una botella de agua, verbigracia, cueste lo mismo en un mesón con productos de alta calidad que en un puesto de chucherías: un euro.
Tras la fiesta del viernes por la noche, la tarde de ayer fue tranquila, soleada y calurosa hasta el exceso. Turistas extranjeros patinaban por la explanada del Fórum casi con la misma parsimonia con que agentes de los Mossos d'Esquadra daban vueltas al recinto.
A las cuatro de la tarde, las sevillanas ya sonaban en las casetas, pero sólo las parejas con más ganas de fiesta se atrevían a bailarlas. Afuera, bajo el sol, el espectáculo era más olfativo que visual. Y es que la feria es una gigante mezcolanza de olores (y sabores): jamón serrano, pescaíto frito, garrapiñadas, pasteles de yema quemada y churros. La feria tiene incluso nubes: son rosa y de caramelo.
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