Salvador Cortés, por la Puerta del Príncipe
El diestro sevillano Salvador Cortés consiguió ayer el triunfo de su vida al cortar cuatro orejas y salir a hombros por la Puerta del Príncipe. Enardeció al público de la Maestranza, que pidió mayoritariamente los trofeos para el joven diestro, que dio toda una lección de pundonor, de torería y de desbordante ilusión.
Con lágrimas en los ojos, el torero atravesó la soñada puerta sevillana después de alcanzar un éxito histórico que lo convierte en una de las novedades más sobresalientes para la presente temporada.
La clave de la gloria alcanzada por Cortés reside en su búsqueda constante del triunfo, en que llegó a la Maestranza a por todas y a superar cualquier dificultad para que no se le escapara la única tarde que, de manera injusta, le había impuesto la empresa tras cortar otras dos orejas en la feria pasada.
Parladé / Conde, Fandi, Cortés
Toros de Parladé, -el segundo, devuelto-, correctos de presentación, muy nobles, descastados e inválidos. A excepción del primero, ninguno fue castigado en varas. Destacaron tercero y sexto, con más recorrido. Sobrero de La Dehesilla, manso. Javier Conde: cinco pinchazos -aviso- (bronca); media atravesada (bronca). El Fandi: pinchazo hondo y un descabello (ovación); estocada (ovación). Salvador Cortés: gran estocada (dos orejas); gran estocada (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta del Príncipe. Plaza de la Maestranza. 28 de abril. 13ª corrida de feria. Lleno. Se guardó un minuto de silencio en memoria del apoderado Manuel Camará.
Especialmente emocionante fue el comienzo de su lidia al sexto, al que esperó de rodillas en la puerta de chiqueros y recibió con una larga cambiada y una tanda de apretadas y vistosas verónicas que hicieron sonar la música mientras el público le rendía honores puesto de pie. No permitió que lo picaran, al igual que hizo en el tercero, lo que facilitó que el toro llegara alegre en banderillas y con cierto brío al tercio final.
Cortés brindó a su familia, citó de largo desde los medios, y, asentadas las zapatillas, firme y seguro, trazó dos tandas de redondos que fueron ganando en largura e intensidad. La tercera fue de tono menor por el agotamiento de su oponente, y se justificó simplemente con unos estimables naturales. Se perfiló para matar, se volcó sobre el morrillo y salió trompicado después de dejar una estocada en todo lo alto.
No hubo toreo de capote en el tercero, brindó al público y exprimió la noble embestida del toro con tres tandas de derechazos despegados, acelerados y carentes de hondura, y otras dos magníficas de naturales hondos, ligados y bellísimos, muy bien rematados con el de pecho. Entró a matar con fe, la estocada se hundió en todo lo alto y produjo una muerte fulminante.
¿Mereció o no Cortés las cuatro orejas? Técnicamente, ninguna de las dos faenas fue merecedora del premio, pero no se puede negar la extraordinaria disposición de un torero transfigurado.
Ha de tenerse en cuenta, no obstante, que los viernes de feria hay ofertas a cargo de un público triunfalista y aplaudidor, y ayer, de un festivalero presidente que cedió rápidamente a la presión de los tendidos
La tarde gloriosa de Cortés ocultó de alguna manera la imagen patética que ofreció Conde. Medroso, frágil, muy torpe, sin recursos y menos ánimo, se ganó a pulso dos sonoras broncas. Y El Fandi emocionó con las banderillas y bajó muchos enteros con capote y muleta. A su primero, desabrido y violento, le dio muchos pases insulsos, y el quinto se desplomó en el albero cuando intentaba pasarlo de muleta.
Babelia
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