La sombra de Mao sobrevuela Nepal
La guerrilla nepalí ha sido el catalizador del descontento de una población castigada por una pobreza extrema
Cuando en la cuna de Mao Zedong apenas queda de sus teorías poco más que el retrato del líder chino que cuelga en la plaza de Tiananmen de Pekín, en Nepal, los maoístas se hacen cada día vez más fuertes desde que iniciaron la lucha armada en 1996 para derrocar la monarquía y fundar una república comunista. El movimiento que dirige el líder rebelde Prachanda controla la mayor parte de las zonas rurales, ha sido el catalizador del levantamiento civil que ha logrado doblegar al rey Gyanendra esta semana, y se ha convertido en la clave del proceso de democratización en que está inmerso el -todavía- reino del Himalaya.
El monarca accedió el lunes pasado a restablecer el Parlamento -que había disuelto en 2002-, después de 19 días de huelga general y protestas convocadas por la alianza de los siete partidos de la oposición, en las que murieron al menos 14 personas en los enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad.
Los maoístas nepalíes se inspiraron en el movimiento peruano Sendero Luminoso
Los rebeldes cuentan con menos de 15.000 soldados, frente a los 90.000 del Ejército
Los rebeldes nepalíes tienen entre 10.000 y 25.000 soldados, según las fuentes, frente a 90.000 del Ejército Real Nepalí, y se han ganado la simpatía -aunque también el odio- de un país, en el que un tercio de la población vive bajo el umbral de la pobreza.
Prasai (nombre ficticio) los conoce bien, ya que es de una aldea situada en zona rebelde. "Los maoístas se nutren de gente pobre que no tiene qué comer. Llegan a los pueblos y ofrecen acabar con las injusticias sociales y con el sistema de castas. Muchos no saben quién es Mao, pero se unen a ellos", cuenta en su pequeño comercio de bisutería, en un bazar de Katmandú.
En otras ocasiones, el reclutamiento es forzoso. "A veces exigen que cada familia del pueblo entregue a un miembro a la guerrilla, o secuestran hasta 200 o 300 personas a la vez y se las llevan durante varios días a la jungla para adoctrinarlas. Les dicen: 'tienes que ayudarnos a cambiar el Gobierno y el país".
Los campesinos se ven pillados entre las dos partes en conflicto. "Los rebeldes desembarcan y exigen comida y fondos, pero luego llegan los militares y torturan a los campesinos por haber colaborado", prosigue. "Hay gente que les financia de forma voluntaria. Aquí, en Katmandú, muchos inmigrantes de las zonas rurales, que tienen negocios, les dan dinero. Pero los rebeldes también exigen impuestos revolucionarios".
Los maoístas, al igual que el Ejército nepalí, han sido acusados de graves violaciones de los derechos humanos, como tortura, ejecuciones sumarias, violaciones y secuestros. También han reclutado niños como soldados. Los 10 años de conflicto han dejado casi 13.000 muertos.
Los insurgentes siguen la estrategia de la "guerra popular". Toman las zonas rurales y rodean las ciudades, y sólo se enfrentan a las fuerzas gubernamentales cuando las superan ampliamente en número. El pasado miércoles, declararon una tregua de tres meses y levantaron el bloqueo a Katmandú y otras capitales de distrito, con la condición de que el Parlamento -que celebrará hoy su primera sesión en cuatro años- convoque elecciones a la Asamblea Constituyente, que debe redactar una nueva Constitución, en la que se revisará el papel de la monarquía.
Prachanda (nacido Pushpa Kamal Dahal), de 51 años, que ejerció como profesor de escuela y cuyo nombre significa El Feroz, ha adaptado el maoísmo marxista leninista a las particularidades de Nepal, en lo que se conoce como El Sendero Prachanda. Está inspirado en el movimiento peruano Sendero Luminoso, así como en las revoluciones china y camboyana. Estados Unidos ha incluido su partido, el CPNM (Partido Comunista de Nepal Maoísta), en la lista de organizaciones terroristas, mientras China lo rechaza, por elemento desestabilizador.
En noviembre del año pasado, los rebeldes y las siete formaciones de la oposición alcanzaron el llamado Acuerdo de 12 puntos, en el que, entre otras cosas, se recoge que la monarquía es el principal obstáculo al progreso de Nepal, y el respeto a un sistema de Gobierno multipartidista. En febrero de 2005, el rey Gyanendra disolvió el Gobierno, declaró el estado de emergencia, detuvo a los líderes políticos, y asumió el poder absoluto, porque, según dijo, habían sido incapaces de poner fin a la corrupción y la insurgencia.
Yala Nat Kanal, miembro del Comité Permanente del Partido Comunista de Nepal-Unidad Marxista Leninista (CNP-UML), la segunda fuerza política del país, ha sido uno de los principales negociadores con los rebeldes. "El restablecimiento del Parlamento es el principio de la victoria. Ha abierto la puerta para reconstruir el país sobre la base del poder del pueblo y los principios democráticos", asegura en su casa, situada en un barrio popular de las afueras de la capital. "Ahora hay muchos desafíos. Los partidos de la alianza debemos mantenernos unidos hasta que sea redactada una nueva Constitución. Los maoístas deben respetar el acuerdo que suscribimos y los deseos de paz de la gente o serán aislados", afirma este hombre, que asumió la dirección del partido cuando el secretario general fue detenido en febrero del año pasado.
Yala Nat Kanal, que fue apresado el viernes de la semana pasada cuando regresaba de India, donde había estado dos meses movilizando el apoyo de los expatriados nepalíes y negociando con los maoístas, asegura que "el nuevo Gobierno eliminará la clasificación de terroristas a los rebeldes, liberará a algunos detenidos, y buscará la participación de la comunidad internacional para supervisar el proceso de pacificación y de entrega de armas de los maoístas". La clave será cómo y cuándo.
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