El Barça es un Rolls
El Barça ha alcanzado la final de la Champions, éxito que no se daba desde Atenas 1994, y está a un paso de revalidar el título de la Liga española, lo que no le ocurría, y tampoco a ningún otro equipo del campeonato, desde la llegada de Van Gaal (1997-98 y 1998-99). La progresión del plantel de Rijkaard ha sido imparable. Extraviado en el arranque hasta que llegó Davids y acomodó a Ronaldinho, completó una segunda vuelta sensacional en su primera campaña (2003-04). Fue el líder de la temporada siguiente (2004-05) desde la sexta hasta la última jornada. Y ha batido tantos récords en la tercera (2005-06) que está en condiciones de ganarla cuando le convenga, una vez que, por otra parte, ya se ha asegurado el billete para disputar el título continental, un auténtico reto si se recuerda que fue la Copa de Europa la que en su día, entre el Madrid y Piojo López, provocó la estampida de Van Gaal y, a la larga, la salida de Núñez.
Aunque la paz social nunca está garantizada en una institución de tendencia cainita, el equipo va a más con el tiempo y el plan deportivo tiene aún margen de mejora. El Barça completó un plantel tan estupendo en los dos primeros años de Rijkaard que volverá a ganar seguramente la Liga y ha regresado a la final de la Champions sólo con los refuerzos de dos futbolistas que acababan contrato en sus clubes, Van Bommel y Ezquerro, y la figura de la cantera, Messi, cuyo protagonismo ha sido tan asombroso como la confirmación de Ronaldinho, distinguido como el mejor jugador del mundo por sus compañeros, entrenadores, directivos y periodistas, encantados con el efecto mediático del brasileño. Alcanzada la versión original, los retoques son tan mínimos como decisivos y respetuosos con la vocación ofensiva de la entidad. No se habla de laterales ni centrales para el curso que viene, sino de Henry.
Hay un detalle revelador de la capacidad del Barça para corregirse y merecer la confianza de su hinchada. Durante el ejercicio pasado se le reprochó que perdiera tres partidos, que fueron nada menos que en el Bernabéu; en San Siro, cuando la ida de la Champions, y en Stamford Bridge, punto final de su trayectoria europea. Ha vuelto esta temporada por los mismos pagos y salió aplaudido de Madrid, acabó con la imbatibilidad del Chelsea de Mourinho en Londres y despidió el miércoles al Milan después de firmar el tercer empate en su estadio ante los mismos conjuntos a los que derrotó en su cancha.
Una trayectoria que confirma el endurecimiento de un equipo encantador cuando se pone a jugar la pelota. Al final, el Barça ha funcionado como un Rolls Royce, circunstancia que ya advirtió el técnico escocés Andy Rouxborgh en una colaboración con la UEFA: "Más allá del marcador, el fútbol azulgrana fluye y despierta admiración". El equipo ha sabido adaptarse a las circunstancias del juego y del contrario en cada partido, compitió siempre con entusiasmo e incluso en situaciones exigentes, como la que le planteó el Milan, pareció sufrir menos que el aficionado.
Nadie mejor que Rijkaard para personalizar la idea de elegancia, suavidad y tranquilidad que despierta un Rolls. La vena holandesa resulta ganadora con sangre azulgrana y mente italiana. A excepción del inglés Venables (1984-85), Michels, Cruyff, Van Gaal y Rijkaard han sido los técnicos protagonistas de las últimas diez Ligas ganadas por el Barça desde 1973. Y muy especialmente Cruyff, el hilo conductor de la historia, decisivo como jugador, como técnico y ahora como valedor de Rijkaard, el hombre que ha afinado el buen juego de piernas de sus jugadores y fortalecido su mentalidad ganadora.
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