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Herodoto en Persia

Estos días en que se cumplen tres años del inicio de la guerra de Irak e Irán vive su pulso con la Organización de las Naciones Unidas por la cuestión nuclear, podemos ver en Caixafòrum la excelente exposición El imperio olvidado, el mundo de la antigua Persia, formada por 500 piezas de Persia y Babilonia traídas del Museo Nacional de Irán, en Teherán; del Museo del Louvre, y del Museo Británico. Y recoge el periodo comprendido entre el año 550 antes de Cristo, con Ciro el Grande, que conquista Babilonia liberando a los 40.000 judíos cautivos, hasta el 331 antes de Cristo, cuando Alejandro Magno acaba con el Imperio Persa.

La primera mitad de este periodo está profusamente narrada por Herodoto. Éste inicia así su Historia: "En lo que sigue Herodoto de Halicarnaso expone el resultado de sus investigaciones, para evitar que con el tiempo caiga en el olvido lo ocurrido entre los hombres (...), pero ante todo para que se conozcan las causas que les indujeron a hacerse la guerra". Y precisamente uno de los elementos más sobresalientes de la exposición de Caixafòrum es el Cilindro de Ciro, en el que está escrito que se han restaurado en Babilonia los templos y la libertad de cultos, y se permite el retorno a su patria de los judíos y otros pueblos cautivos; pieza que muchos consideran como la primera declaración de derechos humanos. Y si leemos el Libro primero de Herodoto encontraremos el diálogo entre Ciro el Grande y Creso de Lidia, que se le ha enfrentado en el campo de batalla. Ante la pregunta que Ciro hace a Creso, tras perdonarle la vida, de por qué quiso hacerle la guerra, Herodoto recoge la respuesta de Creso que es, sin lugar a dudas, un texto fundacional del pacifismo: "Rey, el causante de la guerra fue el dios de los griegos que, por mala suerte mía, me incitó a la campaña. Pues nadie es tan necio que elija la guerra en vez de la paz: en la paz los hijos sepultan a sus padres, mientras que en la guerra, los padres sepultan a sus hijos".

Podemos preguntarnos, ahora que la guerra de Irak continúa produciendo centenares de muertos cada semana, ¿a qué Dios se encomendaban en la Casa Blanca, hace tres años, cuando rezaban al inicio de las reuniones en las que preparaban la invasión de Irak? Un Irak destruido, con decenas de miles de muertos iraquíes, del que cada semana regresa un avión con los cadáveres de jóvenes estadounidenses y que se aboca a la guerra civil.

Herodoto nos dice en su libro que es preciso conocer y recordar las causas de las guerras para que el hombre aprenda. Estados Unidos fue a la guerra de la mano de un presidente que no había leído nada de historia, capaz de confundir a Alejandro y Carlomagno o creer que eran familia. El problema no es que no conociera a Alejandro Magno y no hubiera leído a Herodoto, es que ni él ni sus asesores habían leído tampoco lo que escribieron los británicos Lawrence de Arabia y Gertrude Bell, que diseñaron hace 80 años las actuales naciones de Oriente Próximo.

Si quienes deseaban ocupar Irak hubieran leído los escritos de ambos, o las biografías que hicieron Jeremy Wilson y Lowel Tomas de Lawrence, y Janet Wallach de Gertrude, posiblemente no se habrían lanzado a la guerra y a la disolución de la Administración iraquí. Así, Lawrence escribía en Los siete pilares de la sabiduría con relación a la derrota británica de Kut: "La tribus se habrían puesto claramente a nuestro favor si hubieran observado algún gesto de buena voluntad y hubiésemos cumplido nuestras promesas. Hasta el final de la guerra las tropas británicas en Mesopotamia fueron una fuerza invasora en territorio enemigo, con la gente de la zona pasivamente neutral o claramente hostil". En 1920, cuando está a punto de estallar la revuelta chií, Getrude Bell cuenta que se entrevistó con el ayatolá Sajid Hassan al Sáder, al que calificaba como "el cabeza de la familia chií más prestigiosa de Persia y Mesopotamia a quien hay que tener en cuenta". ¿Le suena a alguien esta familia que tiene como cabeza a Muqtada al Sáder, a quien Estados Unidos ha intentado aplastar militarmente en dos ocasiones? De Gertrude también me parece paradigmático un fragmento de un informe que escribió para el Foreign Office: "Ahora, al igual que a lo largo de la historia en la raza árabe, la última fuente de poder reside en la personalidad de su líder. Es a través de él, tanto si es un califa abasí como un emir del Nejef, como se conserva la unidad política, y cuando el líder desaparece, ésta se rompe".

Recuerdo que en enero de 2003, poco antes de la guerra, el viceprimer ministro Tarek Aziz nos decía en Bagdad a los periodistas españoles que Irak desde su creación había vivido diversos cambios violentos propiciados por los propios iraquíes, pero cuando estos cambios los habían impuslado ocupantes extranjeros, habían fracasado. La guerra y la ocupación es mucho más que un fracaso y el país está desmembrado y al borde de la guerra civil. La historia no recordará a Bush como a Ciro, que conquistó Babilonia y liberó a los cautivos; tampoco como a Alejandro, que destruyó Persépolis para extender su imperio, sino como a Hulag II, nieto de Genghis Khan que arrasó Bagdad.

Xavier Rius-Sant es periodista.

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