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Tribuna:COYUNTURA NACIONAL
Tribuna
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Previsiones del FMI

Puntual a su cita de primavera, el Fondo Monetario Internacional (FMI) nos obsequió el pasado miércoles con su informe sobre las perspectivas económicas mundiales para 2006 y 2007. Las cifras que nos adelanta para estos dos años son claramente positivas, más incluso que las del anterior informe de otoño. El PIB mundial crecerá este año un 4,9%, una de las cifras más altas, junto al 5,3% de 2004, de las últimas décadas, y prácticamente lo mismo (un 4,7%) en 2007 (gráficos 1 y 2). El mundo va realmente muy deprisa, aunque aquí en Europa no nos demos cuenta de ello. De esta coyuntura, a mí me parecen destacables dos características. La primera, que por fin son los países pobres los más beneficiados del crecimiento, lo que reduce las distancias entre el Primer y el Tercer Mundo. Sin duda, ello es una consecuencia positiva de la globalización. La otra característica es que son los países más abiertos y con instituciones socioeconómicas más flexibles, pertenezcan a cualquiera de los dos mundos, los que más se están beneficiando del progreso. Si los europeos fuésemos capaces de reflexionar sobre esto, quizá no nos opondríamos tanto a las reformas que necesitan nuestras economías para ser más eficientes y productivas (y, por cierto, para mantener la viabilidad de nuestro Estado del bienestar a largo plazo).

Según el FMI, seguiremos siendo uno de los países más dinámicos del mundo desarrollado

En todo caso, y a pesar de estas perspectivas tan positivas, el propio FMI alerta, con mayor insistencia quizá que en anteriores ocasiones, de graves riesgos que amenazan la continuidad de esta fase expansiva internacional. Entre ellos, el de los cada vez más grandes desequilibrios de balanzas de pagos (gráfico 3). El hecho de que durante muchos años hayamos estado conviviendo con esta situación sin mayores contratiempos no quiere decir que el riesgo haya desaparecido. Cualquier factor (y siempre que sobreviene una crisis aparece alguno en el que nadie había reparado) que desencadene desconfianza en el dólar podría provocar una abrupta corrección a la baja de éste y un brusco y fuerte aumento de los tipos de interés, lo cual obviamente acabaría en unas pocas semanas con la actual fortaleza de la economía mundial. La probabilidad de que esto suceda cada vez es mayor, y la nueva escalada del precio del petróleo no hace sino agravar la situación. La economía española, por cierto, podría ser una de las más afectadas, dados los elevados niveles de endeudamiento de los hogares y la gran dependencia de la actual coyuntura de los bajos tipos de interés. Lo curioso es que este mal tiene tratamiento de libro (políticas fiscales restrictivas en los países con déficit, apreciación de las monedas de los países con superávit, mayor coordinación de las políticas económicas en el ámbito internacional...), pero ninguna autoridad se da por enterada. El FMI clama en el desierto. El caso es que si la crisis llegara a desatarse, todos volverían la mirada hacia él acusándole de no haber avisado a tiempo. Estúpida especie humana...

Pero bueno, lo más probable, al fin y al cabo, es que a corto plazo no descargue la tormenta. En tal caso, la economía española no sufriría cambios significativos en este periodo. Según el FMI, seguiríamos siendo uno de los países más dinámicos del mundo desarrollado, lo cual no debe confundirnos: sin olvidar algunas excepciones importantes y positivas, nuestro éxito no se debe en lo fundamental a que estemos posicionados ventajosamente en la globalización. Por ello, aquí las reformas son tan precisas como en Francia o en Italia, por poner dos ejemplos cercanos.

Ángel Laborda es director de Coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).

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