La Agencia Europea del Espacio acoge a Star2Earth en su incubadora de empresas
La empresa filial de la barcelonesa Starlab comercializa un sensor para medir vía satélite el estado del mar - La empresa trabaja en otro proyecto para prevenir 'tsunamis' y maremotos
Medir y controlar el estado del mar sin mojarse. El sensor Ocean Pal, desarrollado por la empresa barcelonesa Starlab, comenzará su expansión comercial gracias a que la Agencia Europea del Espacio ha aprobado la instalación de su filial Star2Earth en la incubadora de empresas de Estec (Holanda). Es la primera vez que acoge a una empresa española.
Starlab es un laboratorio de investigación con sede en el Observatorio Fabra de Barcelona: "Estamos interesados en llevar la ciencia al mercado, desarrollar herramientas útiles para la vida diaria", declara su responsable, Giulio Ruffini.
El sensor Ocean Pal se instala en puntos de costa o en los puertos y aprovecha las señales reflejadas en el mar de la constelación de satélites de posición GPS para medir con precisión de centímetros la altura de las olas y otros datos oceanográficos.
El programa European Space Incubator de la ESA fomenta nuevas empresas que impulsen el uso de sistemas y tecnologías espaciales en el mercado no relacionados directamente con el espacio. Star2Earth recibirá una ayuda de 50.000 euros durante los dos primeros años y podrá acceder a las instalaciones y los técnicos de la ESA en Estec. Se ha registrado como empresa holandesa, ya que también ha recibido financiación del Gobierno holandés, explica Ana Maiques, directora de Star2Earth.
"Nos puede abrir más puertas en la ESA porque este sensor puede convertirse en un calibrador in situ de altímetros espaciales de los satélites que se vayan colocando en órbita", explica Maiques. También ha interesado a las autoridades holandesas, "ya que puede complementar o sustituir las boyas que miden el nivel del mar y prevenir las mareas, un problema para los diques".
Desde hace un año, un Ocean Pal mide el mar en el puerto de Barcelona "con datos en tiempo real muy interesantes". Han recibido pedidos de Brest y Miami, y trabajan en miniaturizar el equipo.
A diferencia de las boyas de observación, OceanPal no necesita estar en contacto con el agua para medir el estado del mar y además cubre áreas más extensas desde puntos de la costa o en puertos. El coste y mantenimiento también son inferiores: este sensor cuesta 20.000 euros; una boya marina de observación, seis veces más, y un radar de costa, hasta 200.000 euros. Además, los mareógrafos miden sólo el nivel del mar en la entrada de los puertos "y dan muchos problemas porque se ensucian con el aceite de los barcos".
El invento está dirigido inicialmente a protección civil y puertos, pero su utilidad se amplía a los veleros e incluso a las plataformas petrolíferas, que podrían informar vía web de la situación del mar a los barcos que cargan el crudo.
Starlab ha presentado otro proyecto a la ESA para aprovechar el sensor como piloto automático y optimizar las rutas: el barco modificaría el rumbo en función de las olas detectadas.
Medir corrientes
El laboratorio barcelonés trabaja también para crear una red de sensores móviles colocándolos, por ejemplo, en barcos que cubran la ruta Barcelona-Baleares, medir la humedad en campos de cultivo y el estado del hielo en montañas y zonas polares. Aunque las aplicaciones son múltiples, por ejemplo, una empresa mejillonera está interesada en el sensor para estudiar las corrientes marinas.
En cinco años, invertirán 500.000 euros. El próximo año comercializarán nueve sensores y en 2009 esperan una facturación de un millón de euros, explica Maiques.
Starlab trabaja en un proyecto de la ESA para prevenir tsunamis con 10 pequeños satélites, que detectarían el fenómeno y alertarían con tiempo para la evacuación. El funcionamiento es parecido al de un radar: los satélites Sterna, situados a 800 kilómetros de altura, recibirían la señal reflejada en el mar que emiten los GPS y la compararían con la señal directa para determinar el nivel del mar y olas de gran longitud.
Sterna hubiese detectado a tiempo los 500 terremotos de más de 7,5 grados en la escala de Richter que se han producido en alta mar en el siglo XX, señalan los investigadores.
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