"El Gobierno nunca entendió a las islas"
Adán Martín (Tenerife, 1943) es ingeniero y preside desde 2003 el Gobierno de Canarias. Ahora tiene oportunidad de decir que el Gobierno central "no ha entendido nunca a las islas", y espera que el próximo Estatuto resuelva algunos problemas de relación de esta región ultraperiférica con el Estado. Él no sabe a quién va a presentar su partido (Coalición Canaria) a las próximas elecciones de 2007; quien lo haga, incluso él, debe desplegar "una gran energía" para gobernar "un territorio tan difícil". Pero en su experiencia él ganó una batalla aún más dura, un cáncer contra el que luchó con éxito justo antes de ser proclamado presidente.
Pregunta. ¿Cómo se lleva este trabajo teniendo la sombra de la enfermedad?
"Se ha pasado olímpicamente del problema de África. Como presidente de Canarias siento una enorme frustración"
"Del término nación no haremos bandera. La haremos de nuestra lejanía, de la necesidad de la gestión de nuestros puertos y aeropuertos"
Respuesta. Bien, muy bien. La enfermedad está dormida y no tengo preocupación, pero en un momento determinado hasta el trabajo me ayudó a superarla. No me resultó extremadamente duro.
P. Muchos enfermos encuentran estimulante que una persona pública cuente su experiencia.
R. Cuando me dieron la quimioterapia y se me cayó el pelo convoqué a los periodistas con la cabeza rapada, quería romper esos momentos en que parece que de eso no se puede hablar, y admití que tenía cáncer. No te puedes encerrar. A todos les recomiendo que lo afronten desde el primer día; el cáncer no es ningún tabú.
P. Y usted manda en un territorio que requiere muchas energías...
R. Enormes. No sé si por ahí hay un Gobierno tan complicado como este: puede haberlo más grande, pero ninguno habrá más complicado...
P. Y la gente por ahí piensa que esto es el paraíso...
R. Nosotros mismos lo decimos; claro, vendemos turismo. Canarias es bella, y también es muy compleja; aquí se ha pasado mucha hambre, hemos tenido muchas carencias.
P. ¿Qué heridas han dejado esas carencias?
R. Desconfianza entre las islas, por las carencias que un grado u otro sufrían todas, creyendo todas, además, que las otras tenían privilegios de las que ellas carecían: médicos, institutos, escuelas, universidad... Eso ha creado en la población una competencia que va más allá de lo razonable.
P. ¿Se sienten los canarios entendidos por el Gobierno central?
R. El Gobierno no entiende, y eso ha sucedido durante muchos años. Es muy difícil que se entiendan los problemas de un archipiélago desde un Estado que tiene su mente colocada en el espacio territorial continental. Baleares es distinto: está en medio del Mediterráneo, ya se construían allí catedrales cuando nosotros estábamos en la protohistoria. El Gobierno central siempre nos ha tratado como cualquier territorio peninsular. ¡En 1981 pedimos gas y nos mandaron carbón! ¡Y en 1987 nos dijeron que el gas era para las cocinas, y nos lo dijo un ministro canario de Industria! Ha sido más fácil que la Constitución Europea nos reconociera el derecho a modular nuestras políticas por nuestra condición ultraperiférica que hacer valer ese principio en cualquier proyecto de modificación de la Constitución Española.
P. La inmigración es un problema principal. ¿Tienen un plan para resolverlo?
R. Cuando hace diez años planteamos la posibilidad de controlar las entradas por los puertos y los aeropuertos se nos respondía que atacábamos la libre circulación de personas. Aquí no hay infraestructuras para toda la población que quiere entrar; atemperar el crecimiento poblacional es fundamental. Es difícil hacérselo entender al Estado, y al menos ya hay un grupo de trabajo conjunto pensando en ello en La Moncloa.
P. ¿Cómo le afecta este drama?
R. Estamos todos afectados aquí por un doble sentimiento: la pérdida de las vidas humanas y la tristeza de ver llegar a personas que aquí buscan una salida y que aquí no la van a encontrar. Y te da rabia y desánimo recordar que esto lo anunciamos como un drama hace diez años; aún hoy se intenta minimizar y no se encara como un problema de Estado y de Europa. Se ha pasado olímpicamente del problema de África. Como presidente de Canarias siento una enorme frustración. ¡Desde otros estados me envían información de que llegan barcos a nuestras costas! La defensa, la inteligencia, las fuerzas de seguridad del Estado, el Ministerio de Fomento... carecen de coordinación...
P. ¿Y cuando se enfada a quién se lo dice?
R. Al presidente [José Luis Rodríguez Zapatero] y a la vicepresidenta [María Teresa Fernández de la Vega]. Tienes que recurrir a ellos porque la interlocución parcial no te resuelve ningún problema... Tengo que reconocer que la vicepresidenta ha ido dando respuestas a los asuntos de población, sanidad exterior, control fitosanitario y comercio exterior... Pero es fundamental que Interior, Defensa y Salvamento Marítimo tengan aquí un mando único.
P. ¿Y el presidente le hace caso?
R. La verdad es que ha sido receptivo. Pero la aplicación de los acuerdos se pierde por ahí abajo. Y es ahí donde hay que pedirle a la vicepresidenta, que es una mujer muy ocupada, que ponga el tiempo que necesitamos.
P. Hubo aquí ahora varios casos de corrupción política. ¿Hay aquí más marbellas?
R. Espero que ninguna, creo que ninguna. Este no ha sido un lugar de ambiciosos. Si alguien se corrompe, la justicia debe actuar. Y ha habido casos, como el eólico, que se puso en evidencia cuando ya el Gobierno había suspendido el concurso público con el que un funcionario pretendía lucrarse.
P. Todos los casos han sido de cargos del PP.
R. Pero se trata de personas. No le deseo eso a ningún partido, y creo que ningún partido es responsable de lo que hacen las personas. Sólo le pido a la justicia que sea ágil, en la medida de lo posible, y que los responsables lo paguen.
P. ¿Habrá puerto industrial de Granadilla o ganarán los ecologistas?
R. Yo no estoy en una guerra para ganar nada. El puerto de Granadilla es consecuencia de una necesidad incuestionable y de una historia, que se remonta a los planes que ya lo previeron desde los años 60, y está reconocido por la autoridad portuaria del Estado.
P. Pero centenares de ecologistas han tenido la fuerza de ponerlo en cuestión.
R. A lo mejor por un problema de comunicación, que no se ha explicado bien. El proyecto quedó en tierra de nadie y creció un fenómeno en contra, derivado de la sensación de sobrecrecimiento y sobrepoblación.
P. ¿Le inquieta lo que pueda decidir Bruselas?
R. Claro que me preocupa. Con el paso de los años, la historia demostrará que ese puerto se hará. Un archipiélago no puede vivir sin conectarse... Bruselas ya lleva demasiado tiempo: se han tomado cuatro años para algo que no tiene ciencia.
P. ¿El nuevo Estatuto dirá que Canarias es una nación?
R. Dirá que Canarias es un Archipiélago Atlántico. Eso reúne todo el orgullo de insularidad y canariedad, y nos sitúa geográficamente. Del término nación no haremos bandera. Haremos bandera de nuestra lejanía, de la necesidad de la gestión de nuestros puertos y aeropuertos.
P. ¿Y le gustaría ser candidato en las elecciones inminentes?
R. ¡Ufff! Vamos a dejar eso para más tarde. Eso no debe estar en la cabeza de una persona que gobierna, porque le condiciona muchas cosas. Mi meta está en mayo, y hasta entonces toca currar.
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