Negar
LEJOS DE CONTENER todavía un relato pormenorizado de los hechos, del auto de procesamiento de 29 implicados en el 11-M dictado por el juez Del Olmo se pueden deducir tres cosas importantes: que la autoría corresponde a un grupo islamista, sin que ETA aparezca por ninguna parte; que la guerra de Irak fue incentivo principal del atentado, y que el Gobierno del PP estaba advertido del peligro por los servicios de información. Nada nuevo para la mayoría de españoles, pero sí para el PP, que sigue negando.
Desde el 11-M, el PP sigue esperando alguna presencia de ETA en el atentado. Aquella trágica mañana decidió que era necesario para su suerte electoral que la autoría fuera de ETA. Han pasado más de dos años y todavía no se ha apeado de esta idea. La decisión del PP fue la resultante de tres vectores: el reflejo automático -fundado después de cuarenta años de terrorismo monocolor- de endosar a ETA cualquier atentado que se realice en España; la doctrina Aznar de que todos los terrorismos son iguales, por tanto, que distinguir entre ETA y el terrorismo islámico es tan frívolo como pretender que no había relación alguna entre Sadam Husein y Al Qaeda, y el cálculo político de que si los autores eran terroristas islamistas y se podía relacionar el atentado con la guerra de Irak podrían perder las elecciones. Del Olmo actúa, pero el PP sigue negando la evidencia.
¿Se imaginan el tiempo que habrían ganado si en vez de buscar conexiones inexistentes e inventar todo tipo de conspiraciones para no asumir la realidad hubiesen reconocido su error y hubiesen pasado página? Pues no, el aznarismo dispone que es mejor pasar por estúpidos que por mentirosos y van a conseguir pasar por las dos cosas. Cuando la mentira se construye de un modo tan chapuza es muy difícil mantenerla sin caer en el patetismo.
Que la guerra de Irak fuera el motivo del atentado no gustaba ni a populares ni a socialistas. Aznar había impuesto su decisión de ir a la guerra contra la voluntad de una abrumadora mayoría de españoles. Y los ciudadanos españoles se encontraban pagando un precio terrible. Aznar no podía soportar esta idea. Zapatero había adquirido el compromiso electoral de retirar las tropas de Irak y el atentado lo ensombrecía. Su decisión no tenía por qué ser alterada por una acción terrorista: estaba tomada de antemano y contaba con un amplio apoyo social. Pero el PP sustenta que precisamente porque los islamistas conocían la propuesta de Zapatero hicieron el atentado para provocar su derrota. En cualquier caso, la ciudadanía fue a votar masivamente a favor de una idea muy concreta: fuera las tropas de Irak. Y, sin embargo, no hay que confundirse: aunque la guerra fuera el causante inmediato del atentado, éste podría haberse producido sin participación en la guerra de Irak; las grandes ciudades de Occidente son objetivo de Al Qaeda. Y este tipo de terrorismo acaba golpeando donde puede. Que nadie se crea que haber abandonado Irak nos deja libres de peligro.
El servicio de inteligencia había advertido al Gobierno del riesgo de atentado a causa de la guerra de Irak. ¿Qué hizo el Gobierno? La rapidez con que después del día de las elecciones se resolvió policialmente el caso hace pensar que la información existía, que lo que había fallado era la coordinación y el concepto. Si el material que los distintos cuerpos de seguridad tenían se hubiese puesto sin prejuicios sobre una mesa, quizá el atentado se hubiera podido evitar, porque varios de sus autores eran conocidos y estaban fichados. Pero faltó el concepto. En el universo mental de los dirigentes del PP un atentado islamista en España no existía, porque en España la que atentaba era ETA, y, puesto que todos los terrorismos son iguales, si los islamistas querían atentar ya lo haría ETA por ellos. El concepto atentado islamista era una idea insoportable para quien había ido a la guerra contra la voluntad de los españoles. O sea, que no se podía siquiera contemplar: era un desafío a la vanidad del presidente. Y ya se sabe que en el reino de Aznar nadie osaba contestar la voluntad del jefe. Y así los cabos quedaron sueltos, sin poder componer el puzzle que quizá habría llevado a los autores del atentado antes de que lo cometieran. El PP sigue negando. Algún día se impondrá el principio de realidad y el PP recuperará el sano juicio. Para ello es probable que tengan que jubilar a algunas personas decididamente incurables.
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