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Elsa Osorio mueve los hilos del tango en su última novela

La tortuosa historia de amor y pasión que a lo largo de un siglo mantiene una saga de dos familias pertenecientes a los extremos de la escala social en Buenos Aires protagonizan Cielo de tango (Siruela), de Elsa Osorio (Buenos Aires, 1952). Los personajes de la obra se van uniendo a lo largo del tiempo merced a una danza "peligrosa y sensual".

"El tango es una metáfora del abrazo", dijo Osorio durante la presentación de la novela, en la que, según explicó, "dos cuerpos se entrelazan y hace que dos personas se entiendan antes, como les ocurre a los protagonistas de la historia, que, separados por la tradición social de su país, rompen las barreras y se encuentran en otra vida, en el cielo del tango al bailar".

Cielo de tango recrea la historia de una ciudad y de una música, a través de la saga de dos familias, en los extremos de la escala social. Un cóctel explosivo de amores, luchas, alegrías y traiciones, en donde merodea una danza peligrosa y sensual que los funde en un abrazo. Es el tango quien habla a sus personajes, los enfrenta y los une, los aplaude y los regaña, se emociona y vibra con ellos. La historia que cuenta Elsa Osorio se sitúa en París en 2000, cuando el azar de un tango une a Ana y Luis, descendientes de dos familias destinadas a entrelazar sus pasos hace más de un siglo.

Cielo de tango es, según su autora, "un fresco de colores en cuyos arrabales resuena el eco de un bandoneón, una crónica de una época". "Quería contar Buenos Aires y sus gentes, sus amores y sus luchas, sus errores y aciertos a partir del tango. Una danza singular porque, a diferencia de otras, se baila para adentro, abrazados. Buenos Aires cambia, se refunda con el aluvión que comienza a finales del siglo XIX", puntualiza.

Fantasía y memoria

La escritora habla de su narrativa y dice que "ha seguido fundamentalmente dos caminos: lo fantástico y la recuperación de la memoria colectiva, y esta novela he conseguido fusionarlos". Esta obra de Osorio, aunque tiene elementos fantásticos, busca más el absoluto realismo en la "recuperación de la memoria colectiva", otra de sus constantes.

"Tal vez lo que he pretendido con Cielo de tango es dar respuesta a esa pregunta que tantas veces he escuchado en España durante la crisis de 2002: qué pasó, cómo es posible que la Argentina haya llegado a esta situación".

Osorio reconoce que tuvo un "acercamiento intelectual al tango", aunque más adelante llegó a empaparse de Buenos Aires y sus gentes, sus amores y luchas, sus errores y aciertos más humanos a partir de esta danza.

En Cielo de tango hay muchas voces narrativas, lo que permite, según la autora, "encarar una visión más compleja, con matices, de una sociedad argentina tan variada, contradictoria y rica, en la que invita al lector a participar con su propia escala de valores".

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