Gretchen Rau, decoradora de cine

Gretchen Rau, decoradora de más de 30 películas hollywoodienses y ganadora de un Oscar en la última edición de estos premios, por su trabajo en Memorias de una geisha, murió el pasado 29 de marzo en su casa de Northport, Nueva York, a los 66 años, a causa de un tumor cerebral.

Había nacido en Nueva Orleans, el 6 de julio de 1939, y se traslado a Nueva York antes de cumplir los 30 años para comenzar a trabajar en el mundo de la publicidad televisiva. Tras muchos años de labor, su talento llamó la atención de las productoras de Hollywood y fue reclutada por el mundo del cine.

Gretchen Rau debutó, sin acreditar, en la inolvidable película de Louis Malle Atlantic City (1980), que supondría el inicio de una amplia carrera que abarcaría un total de 33 filmes en 26 años. Rau trabajó con la flor y nata de los cineastas estadounidenses y alternó su presencia en películas comerciales y en obras casi de culto.

Suyos son los decorados del tercer filme del controvertido Michael Cimino, Manhattan Sur (1985); sólo un año después participaría en el éxito mundial Cocodrilo Dundee; también recrearía la ciudad de Los Ángeles en 1936 en el drama de Alan Parker Camino al paraíso (1990).

Una leyenda como Robert Redford reclamaría sus servicios en dos ocasiones: en 1993, para su filme rural El río de la vida, y en 1998, para El hombre que susurraba a los caballos.

El estilo de Gretchen Rau, que se adaptaba con suma facilidad a películas que recreasen todo tipo de ambientes y épocas, ya había explotado en películas legendarias, como el fresco histórico Érase una vez en América (1984), de Sergio Leone, pero se consolidó hasta hacerla imprescindible para muchas de las superproducciones de Hollywood a partir de sus trabajos con Redford.

Rau se embarcaría posteriormente en películas tan diversas que abarcarían desde la estrictamente comercial Estado de sitio, de Edward Zwick, hasta El protegido, el segundo éxito comercial de M. Night Shyamalan, para llegar a su primera candidatura al Oscar, en 2003 por su labor en El último samurái.

No tardaría en obtener el reconocimiento oficial de la Academia de Hollywood y obtendría el premio en la edición de este año por Memorias de una geisha, en la que recreaba con inusitado detalle el mundo de Japón en los años treinta y cuarenta, utilizando utensilios tradicionales como pantallas de papel de arroz y lámparas de aceite.-