El ciudadano impasible
George W. Bush decidió, de manera unilateral, invadir Irak, con o sin pruebas, con o sin el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU, en enero del año 2003. A pesar de las manipulaciones y las mentiras, la verdad se ha impuesto con tres años de retraso. Un dirigente capaz de manipular informes de los servicios de inteligencia, de mentir a los ciudadanos que han depositado en él su confianza, de involucrar a su país en una guerra basada en "motivos personales", y de convencer a otros dirigentes para que le apoyen en su cruzada, merece, como mínimo, ser apartado de su cargo y juzgado por crímenes contra la humanidad. Un dirigente capaz de limitar los derechos civiles de los ciudadanos de su país amparándose en una mentira que él mismo ha elaborado, de autorizar escuchas ilegales a compatriotas, que han sido inculpados como consecuencia de la falta de análisis de dichas conversaciones, y de mentir ante millones de personas alegando que el huracán Katrina fue una sorpresa, merece ser procesado por el Tribunal Supremo de su país por todos los delitos que ha cometido. Un dirigente incapaz de asumir sus responsabilidades pasadas, presentes y futuras, capaz de bromear sobre el paradero de las armas de destrucción masiva, de mirar para otro lado cuando miles de ciudadanos iraquíes intentan sobrevivir a los atentados terroristas que cada día se cometen en su territorio y que se saldan con decenas de muertos, e incapaz de reaccionar y gestionar las consecuencias de una catástrofe anunciada, no merece la confianza, la credibilidad ni el respeto de ningún ciudadano, ni patrio ni extranjero.
Conocemos la verdad, el dirigente de la guerra sigue en su puesto, nada ha cambiado, el mundo está lleno de ciudadanos impasibles... ¿o no.
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