_
_
_
_

El Museo Barbier-Mueller confronta a Picasso con el arte antiguo tribal y clásico

El coleccionista firmó ayer el acuerdo de prórroga hasta 2015 con el Ayuntamiento

"Es conocida la influencia que ejercieron las culturas antiguas en la obra de Picasso, así como su pasión por el arte tribal. Sin embargo, él no coleccionaba objetos, sino ideas". Lo afirmó el coleccionista suizo Jean Paul Barbier-Mueller en la presentación de la exposición Picasso, el hombre de las mil máscaras, abierta en el Museo Barbier-Mueller de Arte Precolombino (Montcada, 14) hasta el 3 de septiembre. Barbier-Mueller ha prorrogado su acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona, por lo que su colección de arte precolombino se quedará en la ciudad hasta 2015.

La exhibición, que forma parte del programa Picasso 2006 BCN, que conmemora el centenario del regreso del artista a la capital catalana, establece un fascinante diálogo entre 23 obras de Picasso y 62 esculturas antiguas, africanas, precolombinas, griegas e ibéricas. En total se exhiben 85 piezas, incluida la tela homenaje de Andy Warhol Cabeza según Picasso nº 1, que proceden de colecciones tan prestigiosas como las del galerista Jan Krugier, Marina Picasso, la Fondation Beyeler y los museos Picasso de París y Barcelona, además del Museo Barbier-Mueller de Ginebra.

Por primera vez se exponen en España un rostro en madera esculpido por Picasso en 1907 y la cabeza ibérica que lo inspiró, que había sido regalada al artista malagueño por Géry Piéret, secretario del poeta Guillaume Apollinaire. Desgraciadamente, la hermosa escultura en piedra calcárea, que también influyó en los rostros de Les demoiselles d'Avignon, había sido robada en el Museo del Louvre y cuatro años más tarde, cuando Piéret confesó sus robos, tanto Picasso como Apollinaire fueron investigados y el poeta tuvo que pasar unos días en la cárcel, antes de ser exculpado.

"La influencia del arte ibérico es evidente en las señoritas de la izquierda, mientras que las de la derecha tienen rostros salvajes y feroces, más relacionados con el arte tribal africano", explicó Barbier-Mueller, indicando la máscara congoleña que Alfred Barr, director del MOMA de Nueva York, compró en 1937 poco después de adquirir Les demoiselles, convencido de estaban directamente relacionadas. Al descubrir que la máscara llegó a Europa años después de que Picasso pintara la escena de prostíbulo más célebre de la historia, el MOMA la puso a subasta y acabó en la colección Barbier-Mueller.

Cada pieza tiene una historia más o menos rocambolesca y todas contribuyen a dibujar un recorrido inédito por la trayectoria de Picasso. "Él no compraba las obras para coleccionarlas, sino para encontrar nuevas soluciones plásticas", afirmó el coleccionista. Como ejemplo citó la máscara grebo, que el pintor y Bracque compraron en Marsella en 1912, fuente de inspiración de la Guitarra de chapa, considerada la escultura más importante del cubismo, propiedad del MOMA. También resulta ejemplar en este proceso una gran máscara nimba de nariz ganchuda, procedente de Guinea, que se expone junto a una fotografía de Picasso con otro ejemplar casi idéntico. Esta máscara inspiró las cabezas de yeso de Marie-Thérèse Walter, una de las cuales aparece pintada en una gran tela de 1929, procedente de una colección privada.

También se exhibe una máscara ritual del culto goli de Costa de Marfil que perteneció al propio Picasso y una máscara de Gabón en forma de corazón del poeta surrealista Tristan Tzara. Las acompaña la célebre máscara Derain, que, tras pertenecer al pintor fundador del fauvismo, fue adquirida por Josef Mueller, padre de la esposa del coleccionista e iniciador de la colección.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_