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La Cava Baja tendrá en otoño aceras más anchas y 31 plazas menos de aparcamiento

El Ayuntamiento renuncia a peatonalizar la calle, pero aumenta el espacio para los viandantes

La Cava Baja no será peatonal, como pedían IU y una parte de los vecinos, pero sí será, a partir de otoño, menos hostil para el peatón. El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, se paseó ayer por la zona más céntrica de Madrid para anunciar las obras de remodelación de la Cava Baja y la plaza de la Cebada, que comenzarán a mediados de mayo y durarán cuatro meses. Los trabajos consistirán en ensanchar las aceras de la Cava Baja -a menudo intransitables y tomadas por coches-, colocar 210 bolardos y eliminar 31 plazas azules de aparcamiento (para visitantes), sin tocar las 15 verdes (residentes). En la plaza de la Cebada habrá una glorieta regulada con semáforos. Las obras costarán 620.000 euros.

La situación "caótica" de la Cava Baja, una calle de apenas 290 metros en la que se concentra medio centenar de restaurantes y tabernas -con el consiguiente trasiego de coches-, ha sido denunciada durante años por el grupo municipal de IU, que pedía su peatonalización completa y su integración en un "paseo histórico" con otras calles del entorno. El gobierno municipal ha rechazado esa fórmula, pero ayer anunció varias medidas destinadas a devolver "protagonismo" al peatón.

Las 15 plazas verdes de aparcamiento que tiene la calle se conservarán, así como las siete reservadas a carga y descarga. Pero serán eliminadas 31 de las 52 plazas azules (para conductores de paso) que hay actualmente. Ese espacio lo ganarán las aceras, ensanchadas hasta casi el doble en algunos puntos: de apenas un metro, a 1,5 o 3 metros. Para combatir la invasión de las aceras por parte de los coches serán colocados 210 bolardos.

"Son medidas claramente insuficientes, pero bienvenida sea cualquier cosa que mejore un poco la vida del peatón. Es un parche que se agradece para una situación, la de la Cava Baja, que es ya absolutamente caótica", afirmó el concejal de IU Julio Misiego tras conocer el plan del Ayuntamiento. Félix Arias, del PSOE, se mostró partidario de las medidas de "coexistencia" entre coches y peatones en las calles del centro histórico, pero reclamó que, más que planes puntuales, el gobierno municipal apruebe un plan de movilidad para todo el barrio.

La plaza de la Cebada, pendiente de una reforma mucho mayor que llegará en el próximo mandato, se someterá también a partir de mayo -"después de San Isidro"- a unas obras para construir una glorieta elíptica regulada con semáforos, ensanchar las aceras y trasladar la parada de taxis a la calle de Toledo.

Un paseo de la mano de Lucio

La comitiva de cargos municipales que ayer se paseó por la Cava Baja tuvo un guía de excepción: Lucio Blázquez, propietario de Casa Lucio -uno de los restaurantes de más postín de la capital-, salió a recibir al alcalde y con él se quedó. En primera línea, junto a los concejales Pedro Calvo (Movilidad) y Paz González (Medio Ambiente). Cogido de la cintura de Alberto Ruiz-Gallardón en ocasiones, Lucio no dejó de preguntar: cuántas plazas de aparcamiento van a quedar, dónde, cuándo empiezan las obras... Al grupo se sumó algún otro dueño de restaurante, y otros más salieron al umbral de sus tabernas para estrechar manos.

Pero en la Cava Baja no sólo hay restaurantes. También vecinos, entre ellos los de los números 30 y 32, amenazados por un plan municipal que preveía su expropiación y demolición parcial para dejar visible un tramo de la muralla medieval. Marcelino Sánchez, habitante del número 30, pidió por favor al alcalde que entrara en su edificio para comprobar que está en perfecto estado. Gallardón entró, salió al minuto y reiteró lo dicho en los últimos días: no habrá plan si los vecinos no lo quieren.

Al final del paseo, Gracia, dueña de una tienda, se acercó al alcalde y le reprochó que no se haya decidido a peatonalizar la calle. Él dijo que no todos los vecinos lo querían, y Lucio se puso de ejemplo: "Yo no lo quiero". "Pues yo sí", dijo la mujer. "Ya, ¿y usted cuántos impuestos paga? Su negocio es así, el mío es así", replicó el restaurador marcando las diferencias con los brazos. "¡Pero qué fuerte!", se indignó Gracia. Fuentes municipales aseguraron que el Ayuntamiento consultó a todos los vecinos sobre la posibilidad de peatonalizar y que había "división de opiniones".

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